Hola,
Existe la creencia popular de que hacerse mayor es convertirse en alguien potencialmente más sabio. Seguro que alguna vez os han dicho eso de cuando seas mayor lo entenderás, o ya me lo dirás cuando seas mayor. Pero como todas las cosas que nos dicen esas personas potencialmente más sabias que nosotros, nos lo tomamos como advertencias vacías o como amenazas sin fundamento. Como cuando tu madre te decía que no corrieras porque te caerías pero tú salías como una bala. Y claro, te caías y te hacías una de esas heridas en la rodilla que ahora es la cicatriz de aquella advertencia que ignoraste.
Tengamos la edad que tengamos, creemos que lo sabemos todo. Y pese a que esa también sea una de las frases favorita de las personas potencialmente más sabias, creo que en realidad sí lo sabemos todo. Tan solo debemos matizar: sabemos todo lo que debemos saber.
Obviamente no me refiero ni a conocimientos intelectuales, ni al conocimiento del ser espiritual que nos habita. Me refiero a las herramientas con las que nos toca vivir el momento presente de nuestra vida. Creo que en cada momento de nuestra existencia, tenemos las herramientas estrictamente necesarias para enfrentarnos a lo que se nos plantea. Lo que ocurre, es que cuando avanzamos un poco más en nuestra linea temporal, y vamos a Bricodepot con asiduidad comprando cosas nuevas, nos damos cuenta de lo fácil que habría sido solucionar cierto problema si hubiéramos tenido lo que tenemos ahora. Pero eso sería algo parecido a que el inventor del teléfono móvil estuviera martirizándose el resto de su existencia por haber usado en su momento un teléfono con cable.
Cuando yo estaba en ese momento de mi vida en el que recibía de forma más o menos regular las advertencias de las personas potencialmente más sabias que yo, creía que hacerse mayor era algo estupendo. Todo eran ventajas. La mejor de todas: que dichas personas dejarían de darme el coñazo y yo sería una de esas personas potencialmente más sabias que le daría consejos vacíos a niñas como yo. Por no hablar de la independencia, la libertad, y el equilibrio profesional y emocional que se consigue cuando te haces mayor.
Sin embargo, de forma inevitable creces y descubres que la realidad es otra. Hacerse mayor es tener delante cien caminos y no saber cual elegir por miedo a equivocarte y no poder rectificar. Y es tener la paciencia necesaria para aguantar allí, al filo del principio de todas las posibilidades y soportar la lluvia, el frío, el calor y lo más importante: las decepciones. Hacerse mayor es aprender que hay cosas que van a doler tanto como una puñalada y que habrá cosas que no podrás arreglar aunque te dejes la piel intentándolo.
Hacerse mayor es darse cuenta de que se puede querer a alguien con algo más que el hipotálamo y que esa idea utópica del amor para toda la vida puede ser verdad. Que las consecuencias de tus actos son mucho más dolorosas que un ya no me junto, o ya no eres mi amiga. Es ser capaz de arrepentirte ante tus equivocaciones y de aprender de tus errores. Es llorar sin motivo aparente porque en realidad los motivos no pueden explicarse con palabras.
Hacerse mayor no es ser mejor ni más listo. Es comprender que cada minuto que pasa es decisivo, que tal vez no existan segundas oportunidades y que las cosas que dejas escapar no siempre vuelven. Es querer a alguien más que a ti, preocuparte por alguien más que por ti, y construir para alguien que no eres tú y sin embargo saber que aunque las miles de razones que existen no os permitan estar juntos, cada minúscula partícula de tu cuerpo vive por ella mientras viven para ti a tiempo parcial.
Hacerse mayor no es cuestión de tiempo ni es un momento concreto de la vida. Nos hacemos mayores desde que nacemos, y seguiremos haciéndonos mayores hasta que muramos. Porque siempre nos quedaran cosas por aprender y cosas que querremos arreglar con lo que hemos aprendido, dándonos cuenta de que hacerse mayor no es otra cosa que ser consciente de lo que vamos dejando atrás y que eso nos importe.
Un persona potencialmente más sabia que yo me dijo lo difícil que era hacerse mayor. Para mí fue una advertencia vacía, una amenaza sin fundamento. Y ahora que he crecido y que vuelvo, ya no vuelvo con cicatrices en las rodillas si no en el corazón.
Besos
2 comentarios:
"Tengamos la edad que tengamos, creemos que lo sabemos todo. Y pese a que esa también sea una de las frases favorita de las personas potencialmente más sabias, creo que en realidad sí lo sabemos todo. Tan solo debemos matizar: sabemos todo lo que debemos saber."
Me gusta eso de matizar, pero creo que matizaría aún más y diría que sabemos todo lo que queremos saber. Y eso no siempre es lo que deberíamos. En cualquier caso, que incluso la ignorancia no nos exime de nuestros errores, porque la ignorancia de una circunstancia y su consecuencia no es voluntaria, pero sí es voluntario el hecho de no querer aprender o no abrir los ojos.
Después, viene el arrepentimiento.
Qué bien escribes
Ejem ejem ¿hacerse mayor? ¿con 22 años?
Si, escribes muy bien, entre tus palabras puedes encontrar la clave para hacer los barrancos menos hondos y las montañas más altas.
Me dió pena verte triste en el twitter y me pasé por aquí a ver si encontraba el motivo.
Me gusta lo que dices y cómo lo dices, creo que podríamos tener alguna conversación legendaria.
Que salga pronto el Sol,
se te da bien ser tu misma.
Un saludo
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