Hola,
Las piezas están esparcidas por todo el tablero de forma aleatoria. Bueno, en realidad no. Dentro de todo caos hay un orden lógico, aunque nadie más que el generador de dicho caos - mi persona - sea capaz de entenderlo. El cielo está empezando a ponerse gris, aunque gracias a Dios nos acercamos a la primavera y a las siete de la tarde todavía hay tonos naranjas en el cielo que me dicen que el sol se resiste a irse, que pide cinco minutos más.
Desde que hiciera mi pequeña reforma tengo una mesa pegada a mi ventana, encima del radiador. Y como si de una abuela y su mesa camilla se tratara, me paso las horas con las piernas pegadas al hierro notando como me quema la piel por encima de la tela de cuadros del pantalón de mi pijama. Duele. Pero lo encuentro patológicamente agradable.
Mil piezas dispersas en mis manos un Sábado por la mañana. Medio puzzle hecho el Jueves por la tarde. Mi hermana a veces pasa por mi puerta y me dice que soy una obsesiva. Y vale, puede que tenga razón.
Me siento delante de mi ventana, con las piernas ardiendo y disfruto del silencio absoluto de mi habitación. Solo lo rompe el sonido del tren que pasa a escasos metros de mi bloque. Odio el tren, es la frase que suena en mi cabeza cada vez que los vagones atraviesan mi campo visual y el sonido de las vías llega a mis oídos. Lo odio.
El sol de invierno - adoro el sol del invierno - ilumina toda mi mesa y casi puedo tocar la tranquilidad que estoy sintiendo en esos momentos. Apenas respiro, apenas me muevo. Mi cerebro se concentra en los tonos, en las formas y en odiar el tren. Y así el cielo se va poniendo gris y el sol del invierno refunfuña y pide cinco minutos más. Cinco minutos más que se acaban y la luz termina por desaparecer.
No soy capaz de ver nada, y la calefacción está en su punto álgido. Mis piernas tienen marcas rojas de las altas temperaturas a las que las expongo pero aún así no las retiro. El dolor me hace sentir extrañamente viva. Y me quedo en silencio, dejando que la oscuridad sea total a mis espaldas mientras miro por la ventana sin pestañear.
Hoy se aprecia mejor el dibujo del puzzle. Hoy quedan menos piezas en la caja que ayer.
Besos
1 comentario:
Patológicamente bello
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