miércoles, 26 de septiembre de 2012

Armarios de cristal

Hola,

El Domingo cuando me levanté, salí a prepararme el desayuno como todos los días, saludé a todo el mundo como todos los días, y como cada domingo, estiré el brazo hasta coger la prensa correspondiente. Pasando páginas de forma incoherente, de pronto un reportaje me llamó la atención. Creo que se titulaba Lesbianas a pecho descubierto. Justo cuando pasé la página y apareció ante mis ojos, mi prima de 30 años miró y soltó una risa despectiva. Señor, dame paciencia.

Así que no pude pararme en esas hojas mientras desayunaba - mal hecho por mi parte. Hola homofobia interiorizada, ¿qué tal? - y me descubrí a mí misma haciendo un paripé para cambiarme de sitio hasta asegurarme que no había nadie sentado detrás de mí y así poder leer el reportaje con tranquilidad. El colmo de los colmos. Pero bueno, así fue. El reportaje trataba sobre una serie de mujeres ya bien fuera del armario, que hablaban con sinceridad sobre su situación personal, y sobre la situación del lesbianismo en España. Y es aquí donde empiezan los problemas - en realidad es recordar esta conversación (las muchas veces que la tuve) con mi ex y cabrearme -.

No hay figuras públicas que nos representen, o al menos que lo hagan dignamente - Vale, ¿Elena Anaya?, one in a million. - No las hay. Los Gays están a años luz de nosotras. En el mismo reportaje lo decían: cuando quisieron echar mano de lesbiana famosas - que todos sabemos que lo son - todas rehusaron participar alegando que "no querían hablar de su vida privada". Vale, bien. No estoy diciendo que haya que exponer la vida privada de nadie. Solamente considero que hay gente que ya ha triunfado, que tiene el respaldo de muchas personas, y que haría un gran bien social admitiéndolo con naturalidad. Porque las figuras públicas quieran o no tienen una responsabilidad social, y una capacidad para influir en ciertas ramas, y en ciertas mentes.

Las discusiones venían casi siempre porque me decía que para "normalizar", lo que las lesbianas debían hacer es salir del armario a pie de calle. Que las lesbianas "normales" no tuvieran miedo de la sociedad. Ajá, claro - voy a ahorrarme el comentario que se me acaba de ocurrir, por el bien de la humanidad - Porque yo me pregunto, ¿no queremos que los futbolistas sean un ejemplo de deportividad para nos niños?, ¿o nos parecería estupendo que en todos los partidos hubiera hostias como panes y delegaríamos la "responsabilidad" de comportarse deportivamente a los mismos niños? Pues lo mismo. Creo que tener un modelo positivo del lesbianismo, alguien a quien se le admire y que tenga la capacidad de llegar a las personas a gran escala, haría mucho bien en muchas cabezas que aún piensan que está mal - y no me refiero solamente a heterosexuales, si no a muchos homosexuales que todavía consideran que deben esconderse - Pero mientras se siga pensando que el hecho de revelar tu orientación sexual va a perjudicarte en tu carrera, seguirán tapándose unas a otras aunque sean secretos a voces.

No os equivoquéis, yo soy de todo menos feminista. Y no me considero una pro-derechos de los homosexuales. En realidad soy una más de esas que en ciertos ambientes no habla abiertamente de su orientación. Tampoco digo que sea heterosexual, simplemente no me pronuncio. Se puede decir que es para no meterme en problemas, o porque me va a causar más inconvenientes que ventajas. Pero es que yo no voy a cambiar la vida de nadie. No salgo en las revistas, ni en la televisión, ni tengo el poder de hacer algo importante con lo que yo soy. Y os juro que si alguno de mis primos pequeños en unos años viniera a mí diciéndome que es homosexual, y yo pudiera ayudarlo exponiéndome yo en mi familia, lo haría sin dudarlo. Es a eso a lo que me refiero.

Aún así habrá mucha gente que no comparta mi opinión. Habrá mucha gente que siga diciendo que estar o no dentro del armario es una opción muy personal, y que cada uno tiene derecho a estar dentro, estar fuera, o ponerse puertas de cristal como Ricky Martin durante toda su carrera. Y yo os digo que es muy bonita la idea de que debemos cambiar el mundo desde los cimientos, pero que a la hora de la verdad, lo que sale en los medios de comunicación es lo que nos llega, lo que nos cala, y lo que nos cambia. Y creo que va siendo hora de empezar a cambiar.


Besos

martes, 25 de septiembre de 2012

Como ser yo

Hola,

Soy muy hacer planes mentales, no reales. Me dan miedo los planes reales. Tiendo a imaginar complicaciones inexistentes, problemas irresolubles, y catástrofes inesperadas. Tal vez debí dedicarme al mundo de la telenovela. Siempre termino lo que empiezo, ya sea un dibujo, una canción, o ponerme a limpiar patológicamente el polvo de mi habitación moviendo muebles y vaciando estanterías. Y las relaciones; las empiezo, y las termino. Soy extremadamente ordenada y extremadamente desordenada. No existe un término medio para mí. Por eso intento mantener el orden de mis cosas intacto, porque el simple hecho de dejar una noche la ropa fuera del armario ya provoca una reacción en cadena con el resto de los objetos que me rodean llegando a un punto caótico en el que me da igual vivir sumida en la desesperación absoluta. Me encanta la comida basura, hacer tartas de chocolate, las cervezas en buena compañía y que haya sol a las nueve de la noche. No me gusta el viento, ni el anís, ni que me toquen los pies. Adoro el invierno, porque me encanta abrigarme, pero lo odio por lo que me hace sentir. Madrugar es lo que más me cuesta en el mundo, y no soporto pensar en lo que tengo que ponerme a la mañana siguiente, pero soy incapaz de irme a la cama sin haberlo preparado. Lloro con todo. Con las películas tristes y alegres, con canciones, libros, y he llegado a llorar con un olor. Sin embargo muy pocas personas me han visto llorar. Llorar de verdad, de esas veces que se te derrama el alma por las mejillas. Adoro estar metida en la cama, despertarme y saber que no tengo que levantarme, y acostarme sabiendo que puedo estar un rato sin tener que dormirme. La sensación del pelo mojado en la espalda y el olor del gel al salir de la ducha y meter las manos debajo del agua ardiendo hasta que se ponen rojas. Me encanta cómo huele el café que se toma mi padre después de comer, y el olor del pan tostado por las mañanas. Odio que se dejen la tapa del WC levantada y la puerta de mi habitación abierta. Que me llamen y que al yo contestar "¿Qué?" se haga el silencio, y que se fume en los ascensores. No me gustan las personas que se cuelan en las filas, ni las que tratan a los camareros como si fueran esclavos construyendo una pirámide y no me gusta la gente que no saluda en el portal. Me pongo nerviosa si me tocan demasiado cuando me hablan, o si se acercan demasiado, o si bajan las escaleras detrás de mí. Mis colores favoritos son el verde y el morado. Porque son los colores favoritos de mis personas favoritas. Me encantan las películas de ciencia ficción y todavía sigo pensando que Parque Jurásico puede darse en cualquier momento. Me encanta leer todo tipo de libros y a veces sueño que escribo el mío. No puedo tener favoritos para la música, pero supongo que Carmen Boza marcó un antes y un después en mi vida, pero sí puedo decir qué no me gusta: con los años he aborrecido El Barrio. Yo soy de esas que le sonríen al conductor del autobús, que recoge las cosas de la mesa de la cafetería de la universidad y las deja en la barra, de las que deja salir antes de entrar y se queda de pie en el autobús porque sabe que en la siguiente parada se suben muchas personas mayores. Me cuesta un mundo acercarme a alguien cuando llora, y parece que no me importa cuando es todo lo contrario. A veces parece que soy demasiado dura pero la realidad es que me escudo ahí para no admitir que no tengo soluciones para todo tal y como me gustaría. Porque he aprendido que no puedo conseguir todo lo que quiero, ni tengo respuestas para todas las preguntas, y que a veces hay que ceder y aceptar que se ha perdido o que simplemente hay cosas imposibles de ganar. Nunca me deshice de mi caparazón. Es un sitio bastante bueno para vivir. Supongo que la última vez que salí de él me hice tanto daño, que siento que es más seguro si me quedo ahí. Puede llamarse cobardía, sí. Alguien me dijo una vez que era una cobarde y una egoísta y puede que llevara razón. Puede que realmente sea de hielo por dentro. Supongo que mis sentimientos fluyen a través de mis canciones, y no a través de mí. Puede que se me de mejor estar triste que ser feliz. Supongo que me da miedo no ser capaz de recomponerme si me rompo de nuevo, supongo que me da miedo romper a alguien de nuevo. Supongo que así soy yo. Puede que me aferre a las cosas que no puedo tener y huya de las cosas que por el contrario tengo.

O puede que esté equivocada respecto a todo esto.

Ya ni siquiera lo sé.

 Besos.

domingo, 9 de septiembre de 2012