sábado, 20 de abril de 2013

Eres como la Vía Láctea

Hola,


La echo de menos. Y no lo hago con dolor, porque no hay nada doloroso en echarla de menos si todo lo que ella implica es precioso. Supongo que no me enamoré de ella como para que mi corazón se encoja ahora que no está - aunque él también la echa de menos - pero lo hago a rabiar. Lo que (no) éramos. Lo que (no) teníamos. Echo de menos mi forma absurda de darle conversación en el principio y los silencios que era capaz de soportarle en el final, y cómo me cogía la mano y recorría mis líneas con sus dedos. Echo de menos los segundos eternos en los que me miraba a los ojos, el recorrido que hacían hasta mi boca casi sin querer poniéndome nerviosa y ansiosa a partes iguales, y esa manera perfecta de encajar cuando nos abrazábamos. Echo de menos sus besos en mis pómulos, la forma en la que se bebía la cerveza, y esa manía de tirarme siempre algo que tuviera a mano. Que me hablara al oído repitiéndome cosas que yo escribí para ella, me obligara a cruzar la calle en rojo y comprara chuches para dos a pesar de repetirle que no me apetecían. Echo de menos sus besos pillándome desprevenida, su forma de dejarme sin respiración y sus manos haciéndome cosquillas. Las veces que me dijo lo que guapa que estaba, o lo feliz que era estando conmigo, o que no tenía ganas de volver a casa. Las veces que me susurró que no le sonriera tan cerca porque no podía controlarse. Las veces que me dijo adiós, hasta eso echo de menos; porque despedirme de ella era haberla tenido aunque sólo fueran unas horas - aunque en realidad no sé si alguna vez fue completamente para mí - y la echo tanto de menos que cambiaría los días de sol por esos días de lluvia en los que nos besábamos en cualquiera de calles por las que ahora paso y leo su nombre en las paredes.


La echo de menos. Y la echaré de menos siempre.


Y lo haré sonriendo. Te lo prometo. 





Besos

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya echaba yo de menos textos como este.

Anónimo dijo...

I

Anónimo dijo...

Qué bonito es echar de menos cuando no duele demasiado; al fin y al cabo sientes que aún sigues vivo, que no eres esa piedra que antes pensabas que eras, y que tu corazón ha salido de esa asistolia de la que creías que nunca saldría. Después de todo, el corazón nunca hiberna eternamente. Creo solo por eso, echar de menos, a veces, merece la pena.
Por cierto, es la primera vez que me paso por aquí (te he encontrado de casualidad), y me encanta cómo escribes.

Ofelia Pérez dijo...

Te leo y escucho desde hace poco pero te aseguro que tus textos me llegan, los sentimientos que evocas y las situaciones que rememoras consiguen que me emocione. Transmites mucho en tus textos y eso es muy difícil. No suelo comentar pero quiero que sepas que te admiro.
Como dicen en el otro comentario es bonito cuando no hay dolor y echar de menos es el vínculo que siempre nos unirá a esa persona.
Un abrazo

miotrawoman dijo...

Jo, que bonito, ojala algun dia yo misma pueda decir estas cosas y echarla de menos sin que me duela... que aún me duele!!.

Lola... tratando de explicar a su mundo dijo...

Llore de emocion... solia sentir algo parecido... Felicidades por como transmites ese sentimiento