lunes, 6 de mayo de 2013

Veintimásunoscuantos.

Hola,

Ella siempre se queja de que nunca le he escrito nada en el blog, de que le hago el vacío cuando suena cierta canción, de que no la invito a mi futuro e hipotético piso, de que la acuso de ser soez - a veces - y de otras muchas cosas. Se queja mucho a decir verdad.

Pero la quiero.

Ella es una de esas personas imprescindibles en la vida de cualquiera, al menos lo es en la mía - y podría asegurar que en la de muchas más -. De esas que una vez aparecen ya no hay manera de dejarlas atrás, ni de olvidarlas, ni de pasar enfadada con ellas más de un día - aunque estoy segura de que ahora mismo ella está pensando lo contrario y poniendo ejemplos en su mente. Bah, calla y lee, petarda - y se dice pronto, porque hace casi seis años que la conocí.

Si tuviera que hacer una lista de los momentos más divertidos de mi vida, estoy segura de que ella aparecería punto sí, punto también, porque lo que nos hemos reído juntas no puede calcularse; ni las cervezas que nos hemos tomado, ni las conversaciones trascendentales que hemos tenido, ni las veces que nos hemos contado nuestras penas por msn/whatsapp/banco de la universidad. Ella ha vivido mi peor borrachera, y yo he vivido tal vez no su peor, pero sí una de sus más divertidas. La he visto enamorada, despechada, triste, ilusionada, frustrada, enfadada y lo más importante: la he visto feliz; que llegados a este punto creo que es lo más importante tanto para ella como para mí.

Es una de las pocas personas que me ha visto crecer de verdad, aprender de verdad y madurar de verdad. De esas que cuando mire atrás formará parte de ese grupo que nunca me dejó rendirme, ni alejarme, ni morirme. Ella es una de esas personas que se han ganado el calificativo de amiga a base de fidelidad, constancia y amor del bueno; de ese que se siente como por un hermano. Porque eso es lo que es ella para mí.

Me ha sacado de quicio muchas veces, me he enfadado con ella y he querido apalearla, es verdad. Pero también he sufrido cuando ha llorado, me he preocupado cuando ha estado triste, y he querido pegar a quien le ha hecho daño sin necesidad de conocer los motivos. Pondría la mano en el fuego por ella aunque supiera que voy a quemarme, porque sé que ella lo haría por mí, hiciera lo que hiciera.

Ella me ha enseñado muchas cosas, más de las que cree. Y recordar ahora cómo éramos hace seis años me hace sonreír y sentirme orgullosa de haber sobrevivido a todos los cambios, todos los problemas, y todos los litros de alcohol habidos y por haber. Y lo más importante: me hace sentir orgullosa de haber podido compartirlo todo con ella, y de que a día de hoy sea uno de los pilares más importantes de mi vida.

Así que aprovecho hoy que es su cumpleaños para dedicarle esto - para que veas que sí que te escribo cosas - y para decirle que pase lo que pase, me vaya donde me vaya yo, o el resto, nosotras siempre seremos lo que somos; que dará igual si estoy a un kilómetro como ahora, o a trescientos si es que me voy. Para mí siempre vas a ser como una hermana, y siempre voy a querer formar parte de sus momentos buenos, malos, regulares y absurdos.

Te quiero mucho, pero mucho de verdad.

Felices veintimásunoscuantos.




Besos

1 comentario:

Walden dijo...

Estupendo blog. Me ha encantado.

Un saludo.