Hola holita!!(¿Que Flanders no?)
Siento estar tan ausente estos días pero es que la semana de exámenes no perdona....Hoy ha sido el día que mas he copiado de toda mi vida. Vaya show de clase, los exámenes se hacen en comuna....

La verdad es que no tengo tiempo ni para que me pasen cosas, asi que estos días, a noser que me pase algo reaaaaaaaaalmente interesante, os ire dejando mas crónicas por aquí ok?. Besitos y una vez más, gracias por leerme!.
PD: Las crónicas no son siempre autobiograficas eh?Alguna que otra sí pero todas....nupis (Gracias a dios :P)
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QUE DIFICIL ES VIVIR
La vida es realmente monótona.
Una vez más es lunes. Ese día terrible que debería estar borrado de los calendarios.
¿Por qué todo el mundo odia el lunes?. Esa es una pregunta sencilla.
Los lunes son el día negro por excelencia.
Cada lunes realizas la misma operación aunque ponga todo tu empeño en hacer lo contrario.
El despertador suena dulcemente como todas las mañanas provocando una taquicardia en tu ya dolorido corazón, y a su vez un chichón del tamaño de Murcia cuando cae sobre tu cabeza sin piedad, en el vago intento de apagarlo.
Cuando el amado despertador cae al suelo, tras haber hecho escala en tu cabeza como un avión el Barajas, te incorporas con la intención de acabar con el desagradable pitido que te perfora los tímpanos, y te dispones a levantarte. Claro, el suelo de tu pequeño piso a las siete de la mañana está mas frío que un iglú en enero lo que provoca que instintivamente levantes el pie cual descarga eléctrica, con la fortuna de que tu rodilla va a parar directamente al reborde de la mesita de noche.
Desesperada, con una mala leche digna de un lunes, y con la firme opinión de que mejor no te hubieses levantado, optas por patear el despertador con tu pierna buena, ya que la pierna con la que has sufrido el accidente con la mesita de noche esta momentáneamente dormida.
Bien, el despertador está en silencio. Y de pronto, en ese momento de paz y tranquilidad en el que tu ira se relaja, te das cuenta de que te duele terriblemente el chichón de tu cabeza, la rodilla, el pie de pegarle patadas al despertador, y encima, llegas tarde.
Que bonitos son los lunes.
Al fin en la calle.
Podría haber dicho que la suave brisa mañanera me alborotó graciosamente el pelo, si no hubiese sido lunes. Pero en este caso, una ventisca prima hermana de algún huracán tropical me golpeó sin piedad despeinándome de tal forma que cuando me mire en el escaparate contiguo a mi portal creí que había sido poseída por el diabólico espíritu de Espinete momentos después de ser atacado por un peluquero esquizofrénico.
Esos son los instantes en los que tienes que escoger entre llegar tarde, pero decente, o pasearte por tu ciudad fingiendo haber sido atacada por un leopardo salvaje.
Al final, optas por hacerte la desentendida del tema, y caminar dignamente por la calle, haciendo caso omiso a los comentarios de la gente. Sin dar mayor importancia a tus problemas para pasar las puertas del autobús y formar una cola de medio kilómetro o sin importarte que en el ascensor de tu trabajo quepas tu y poco mas. Tú eres feliz y te repites mentalmente: Es lunes, el lunes, es lunes.
Entras en la sala u oficina en la cual trabajes, y como no, todas las miradas se posan en ti. No por tu espléndida figura, ya que eres una chica del montón. Si no por tu peinado fashion a lo mas puro estilo electrocutado.
Decides no hacer caso de ese tipo de miradas. Ya son algunos lunes los que levas a la espalda.
Muy bien. Tras un paso fugaz por el baño de chicas, para adecentarte su frondosa melena, te sientas en tu mesa dispuesta empezar un bonito día de trabajo.
Y de pronto, una duda asalta tu mente. ¿Qué escoger, solitario ,buscaminas, cuatro en raya?. Pero gracias a Dios, cuando estás asistiendo a tu apasionante debate mental entre las dos únicas neuronas que han logrado sobrevivir al porrazo del despertador y a la ventisca, aparece una linda ventanita en la pantalla del ordenador que te comunica que ¡te ha llegado un nuevo mensaje a la bandeja de entrada!¡Bien!¡Alguien se acuerda de ti!.
Pero como todos sabemos, un lunes nunca es portador de buenas noticias. Tu novio, al que en este caso llamaremos “El capullo” por no dar un nombre concreto y no se de nadie por aludido, te avisa de que tiene una importante reunión de su trabajo, que él obviamente creerá mejor que el tuyo. Es mas, él se cree mejor que tú. Y tú aunque sabes que no es cierto porque él es un gandul que está en esa empresa por los contactos de su padre, no le dices nada, dejas que se lo crea. En el fondo le quieres y te da un poco de pena decirle que no sirve para nada. En el ya casi olvidado e-mail te comunica que no puede asistir a vuestra cita de las nueve.
A ti al principio te molesta, ¡Ser plantada por El Capullo!,¿Quién se ha creído que es?.
Pero en realidad lo que te molesta es que te dejaste tu tanga favorito en su piso y ahora no podrás recogerlo hasta la semana siguiente.
No hay problema. Tu turno de trabajo ha terminado y decides pasarte por casa de tu novio El Capullo para recoger tu preciado tanga de la suerte. Bendita confianza de la vida en pareja, que te permite poseer una copia de la llave del piso de tu novio.
Te montas en el ascensor y te miras al espejo como toda la humanidad viene haciendo desde que los ascensores tienen espejo.
Aún queda algún que otro pelo tieso del accidente meteorológico de la mañana, pero ya esta claramente solucionado.
Sales con paso firme del ascensor canturreando una canción de los años setenta que escuchaste en el autobús por la mañana y entras en el piso de tu novio, El Capullo, como Pedro por su casa.
Intentas hacer memoria para ubicar tu preciado tanga de la suerte, y tu memoria va a posarse directamente al elegante galán de noche de la habitación de El Capullo.
Tus pies se dirigen hasta allí instintivamente aún con la musiquita de esa maldita canción en la cabeza. Abres la puerta y, como todo el mundo esperaba, allí está tu novio EL CAPULLO.
Si, y no precisamente solo. Tu novio El Capullo, junto con una rubia de metro noventa y cuatro kilos de silicona en cada teta, pasándoselo realmente bien.
Al principio no reaccionas. Te quedas como en shock por lo traumático, incómodo, y curioso de la situación.
Solamente una cosa te hace reaccionar. ¡Tu tanga!¡El capullo tiene tu tanga en la cabeza a modo de antifaz!
Te diriges hacia él con la cara de cabreo mas imponente de tu vida mientras la rubia intenta en vano taparse los melones con la sabana. Obviamente sin éxito, puesto que para tapar eso necesitaría como mínimo una carpa de circo.
Le quitas en tanga de un tortazo y le dices que no quieres volver a verlo en tu vida, que si por ti fuera se podría morir ahora mismo y que es un cerdo y un gilipollas.
Sales del piso como una exhalación arramblando con una abuelita que esperaba el ascensor en el rellano y con el pobre repartidor de propaganda que acaba esparramado por el suelo.
Por fin sales a la calle. Necesitas respirar aire fresco. Te sientes como una estúpida, manipulada engañada y lo que es peor. Cornuda.
Ahora a parte del chichón del tamaño de Murcia tienes dos lindos cuernos dignos de cualquier jornada taurina que se precie.
Vuelves a casa. Te metes en la ducha, y el calentador está roto, por lo que te duchas con agua helada y agarras un resfriado. Has tenido un día horrible, sí. Pero es lunes, y como todos los lunes, hay que pensar…No hay otro hasta la semana que viene.
La vida es realmente monótona.
Una vez más es lunes. Ese día terrible que debería estar borrado de los calendarios.
¿Por qué todo el mundo odia el lunes?. Esa es una pregunta sencilla.
Los lunes son el día negro por excelencia.
Cada lunes realizas la misma operación aunque ponga todo tu empeño en hacer lo contrario.
El despertador suena dulcemente como todas las mañanas provocando una taquicardia en tu ya dolorido corazón, y a su vez un chichón del tamaño de Murcia cuando cae sobre tu cabeza sin piedad, en el vago intento de apagarlo.
Cuando el amado despertador cae al suelo, tras haber hecho escala en tu cabeza como un avión el Barajas, te incorporas con la intención de acabar con el desagradable pitido que te perfora los tímpanos, y te dispones a levantarte. Claro, el suelo de tu pequeño piso a las siete de la mañana está mas frío que un iglú en enero lo que provoca que instintivamente levantes el pie cual descarga eléctrica, con la fortuna de que tu rodilla va a parar directamente al reborde de la mesita de noche.
Desesperada, con una mala leche digna de un lunes, y con la firme opinión de que mejor no te hubieses levantado, optas por patear el despertador con tu pierna buena, ya que la pierna con la que has sufrido el accidente con la mesita de noche esta momentáneamente dormida.
Bien, el despertador está en silencio. Y de pronto, en ese momento de paz y tranquilidad en el que tu ira se relaja, te das cuenta de que te duele terriblemente el chichón de tu cabeza, la rodilla, el pie de pegarle patadas al despertador, y encima, llegas tarde.
Que bonitos son los lunes.
Al fin en la calle.
Podría haber dicho que la suave brisa mañanera me alborotó graciosamente el pelo, si no hubiese sido lunes. Pero en este caso, una ventisca prima hermana de algún huracán tropical me golpeó sin piedad despeinándome de tal forma que cuando me mire en el escaparate contiguo a mi portal creí que había sido poseída por el diabólico espíritu de Espinete momentos después de ser atacado por un peluquero esquizofrénico.
Esos son los instantes en los que tienes que escoger entre llegar tarde, pero decente, o pasearte por tu ciudad fingiendo haber sido atacada por un leopardo salvaje.
Al final, optas por hacerte la desentendida del tema, y caminar dignamente por la calle, haciendo caso omiso a los comentarios de la gente. Sin dar mayor importancia a tus problemas para pasar las puertas del autobús y formar una cola de medio kilómetro o sin importarte que en el ascensor de tu trabajo quepas tu y poco mas. Tú eres feliz y te repites mentalmente: Es lunes, el lunes, es lunes.
Entras en la sala u oficina en la cual trabajes, y como no, todas las miradas se posan en ti. No por tu espléndida figura, ya que eres una chica del montón. Si no por tu peinado fashion a lo mas puro estilo electrocutado.
Decides no hacer caso de ese tipo de miradas. Ya son algunos lunes los que levas a la espalda.
Muy bien. Tras un paso fugaz por el baño de chicas, para adecentarte su frondosa melena, te sientas en tu mesa dispuesta empezar un bonito día de trabajo.
Y de pronto, una duda asalta tu mente. ¿Qué escoger, solitario ,buscaminas, cuatro en raya?. Pero gracias a Dios, cuando estás asistiendo a tu apasionante debate mental entre las dos únicas neuronas que han logrado sobrevivir al porrazo del despertador y a la ventisca, aparece una linda ventanita en la pantalla del ordenador que te comunica que ¡te ha llegado un nuevo mensaje a la bandeja de entrada!¡Bien!¡Alguien se acuerda de ti!.
Pero como todos sabemos, un lunes nunca es portador de buenas noticias. Tu novio, al que en este caso llamaremos “El capullo” por no dar un nombre concreto y no se de nadie por aludido, te avisa de que tiene una importante reunión de su trabajo, que él obviamente creerá mejor que el tuyo. Es mas, él se cree mejor que tú. Y tú aunque sabes que no es cierto porque él es un gandul que está en esa empresa por los contactos de su padre, no le dices nada, dejas que se lo crea. En el fondo le quieres y te da un poco de pena decirle que no sirve para nada. En el ya casi olvidado e-mail te comunica que no puede asistir a vuestra cita de las nueve.
A ti al principio te molesta, ¡Ser plantada por El Capullo!,¿Quién se ha creído que es?.
Pero en realidad lo que te molesta es que te dejaste tu tanga favorito en su piso y ahora no podrás recogerlo hasta la semana siguiente.
No hay problema. Tu turno de trabajo ha terminado y decides pasarte por casa de tu novio El Capullo para recoger tu preciado tanga de la suerte. Bendita confianza de la vida en pareja, que te permite poseer una copia de la llave del piso de tu novio.
Te montas en el ascensor y te miras al espejo como toda la humanidad viene haciendo desde que los ascensores tienen espejo.
Aún queda algún que otro pelo tieso del accidente meteorológico de la mañana, pero ya esta claramente solucionado.
Sales con paso firme del ascensor canturreando una canción de los años setenta que escuchaste en el autobús por la mañana y entras en el piso de tu novio, El Capullo, como Pedro por su casa.
Intentas hacer memoria para ubicar tu preciado tanga de la suerte, y tu memoria va a posarse directamente al elegante galán de noche de la habitación de El Capullo.
Tus pies se dirigen hasta allí instintivamente aún con la musiquita de esa maldita canción en la cabeza. Abres la puerta y, como todo el mundo esperaba, allí está tu novio EL CAPULLO.
Si, y no precisamente solo. Tu novio El Capullo, junto con una rubia de metro noventa y cuatro kilos de silicona en cada teta, pasándoselo realmente bien.
Al principio no reaccionas. Te quedas como en shock por lo traumático, incómodo, y curioso de la situación.
Solamente una cosa te hace reaccionar. ¡Tu tanga!¡El capullo tiene tu tanga en la cabeza a modo de antifaz!
Te diriges hacia él con la cara de cabreo mas imponente de tu vida mientras la rubia intenta en vano taparse los melones con la sabana. Obviamente sin éxito, puesto que para tapar eso necesitaría como mínimo una carpa de circo.
Le quitas en tanga de un tortazo y le dices que no quieres volver a verlo en tu vida, que si por ti fuera se podría morir ahora mismo y que es un cerdo y un gilipollas.
Sales del piso como una exhalación arramblando con una abuelita que esperaba el ascensor en el rellano y con el pobre repartidor de propaganda que acaba esparramado por el suelo.
Por fin sales a la calle. Necesitas respirar aire fresco. Te sientes como una estúpida, manipulada engañada y lo que es peor. Cornuda.
Ahora a parte del chichón del tamaño de Murcia tienes dos lindos cuernos dignos de cualquier jornada taurina que se precie.
Vuelves a casa. Te metes en la ducha, y el calentador está roto, por lo que te duchas con agua helada y agarras un resfriado. Has tenido un día horrible, sí. Pero es lunes, y como todos los lunes, hay que pensar…No hay otro hasta la semana que viene.
1 comentario:
wou!
otro trozo de historia=)=)
genial!
esta vez aparece el denominado capullo xD jeje la historia muy real, pk esa situación se da miles de veces al dia...
la verdad ske tus relatos, ya sean basados o no en hechos reales...son la ostia!:P jeje
besosss! y continua cuando puedas=)
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