sábado, 19 de mayo de 2007

¡Qué calor!



¡Por favor me estoy asando! Son las diez de la noche y hace mas calor que en los mejores dias de agosto!


Ayer no escribí la entrada correspondiente porque se me fue la oya, y porque en realidad, habia pocas cosas que contar. Hoy me he levantado, he estudiado, y me he ido a hace de canguro a casa de mis tios, y mas feliz que una perdiz. Así que como no tengo nada interesante que contar, voy a poner la primera parte de "Crónicas", una cosa que escribo ¿ok?,es bastante triste.....Ya ire poniendo las demas partes cuando no tenga nada que contar como hoy....

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EL SÍNDROME DE LA MUJER TORTUGA

Bueno, hoy es uno de esos días que me he levantado con el pie izquierdo.
He soltado una que otra bordería mañanera y le he plantado cara al día con la mejor de mis falsas sonrisas, ocultas en mi repertorio de gestos apropiados para cada ocasión.
Me estoy empezando a acostumbrar a vivir una vida que en el fondo es una vil y despiadada mentira que no hace mas que hundirme poco a poco en mi desgraciada miseria. Viendo como pasan los días y las horas y todo el mundo sabe de que va, con quien va y que quiere hacer, mientras que yo sigo a medio camino entre la perdición y el suicidio.
No como suicido de la muerte, sino como el suicidio social, ya que cada vez me cuesta un poco mas enfrentarme al mundo sin caer en la más profunda de las tristezas.
Si por un instante me olvidase de todo, de las consecuencias de mis palabras o de mis actos, y me parase a pensar en mí al menos un segundo, llegaría, seguramente a la conclusión de que no merece la pena guardarme la amargura dentro, en lo profundo del alma.
En realidad, me voy a bautizar a mi misma como “la mujer tortuga”, por mi duro caparazón.
No creo que nadie me conozca realmente. Soy un verdadero misterio para aquellos que no me conocen, pero aún soy un misterio mayor para los que si me conoces o al menos dicen que creen conocerme.
Nunca digo lo que pienso, aunque si pienso lo que digo. Mis pensamientos a veces, son demasiado perjudiciales para la persona que los ocupa en cuestión. Y sí, es cierto, soy una borde pero en el fondo me encanta mi personalidad.
Soy dulce sin ser empalagosa, soy cariñosa sin ser agobiante, soy borde pero reconozco mis salidas de tono.
Pero poseo ese gran defecto que se llama Soledad.
La soledad te asfixia y te oprime mientras tu caminas por la vida como si eso no fuera contigo.
Estás rodeada de personas sin saber, que una vez que se baje el telón, no serás nadie.
Que nadie te reconocerá mientras vivas, y mucha suerte habrá si después de muerto alguien te recuerda. Y es así. La vida te golpea una vez tras otra sin darte ninguna explicación, pero de nuevo, sacas una de tus sonrisas de tu repertorio oculto en algún oscuro rincón del corazón y levantas la barbilla como si algún día ese sencillo movimiento, te llevase directa a tocar el cielo.
Pero la mayor parte de las veces llueve. Llueve en el alma, cuando un día mas esa foto antigua se retuerce entre tus dedos, intentando preservar ese amor de la escuela, cuando los amores no se hipotecaban ni se vendían al mejor postor en un anuncio de contactos en el periódico.
Esos amores que se quedan clavados, y se recuerdan con nostalgia cuando descubres que los cuentos de hadas, era simplemente eso. Cuentos.
Los príncipes azules son albañiles vestidos con un mono de trabajo, azul por supuesto, que lo único que se les ocurre decirte, con su retrógrada mente, es una obscenidad cuando paseas tranquilamente por una de las miles de obras que seguramente se estén llevando a cabo en tu ciudad.
Porque el mundo se viene abajo señoras y señores. Y mientras, nosotros seguimos preocupándonos por quien será el próximo expulsado del concurso que toca esta semana.
Esto comenzó hablando de mi, plasmando mis sentimientos, y he acabado hablando de un concurso televisivo, por lo que podemos sacar en conclusión que soy una verdadera mujer tortuga. Que prefiero hablar de intereses ajenos antes que de los míos.
Y siempre ha sido así. Siempre he pensado en otra persona antes que en mi, y nunca se me ha pagado con la misma moneda.
En el fondo creo que no existen las personas realmente buenas. Yo, sinceramente no lo soy, pero lo intento.
Y mientras, me quedo aquí sentada, esperando que venga la vida a por mi, y me libre de esta soledad.
Quizás dentro de unos años encuentre un buen anuncio en un periódico que me ofrezca un amor para toda la vida, un príncipe con un mono azul que ladre obscenidades a las niñas de quince años que paseen por las calles de mi misma ciudad, que tendrá las mismas obras. Y ellas, seguirán creyendo en su verdadero amor, mientras se esconde en su caparazón cuando la soledad llega y dice: Buenos días. Y comienzas tu rutinaria vida, creyendo ser feliz, con tu mejor sonrisa y levantando tan alto la cabeza que puedes rozar las estrellas con la punta de la nariz. Aunque en realidad, estés triste, sola y vacía. Pero siempre te quedará la esperanza.
Dicen que las tortugas cuando encuentran el amor, es para toda la vida. Puede que a mi me ocurra, o puede que me haya ocurrido, pero el telón se ha vuelto a bajar, y de nuevo nadie habla de mi. Nadie me recuerda, y yo vuelvo a encerrarme en mi caparazón esperando, a que un día de estos, deje de llover sobre mí.

Entonces, sin comerlo ni beberlo, aparece ante tus ojos esa gran pregunta que nadie en su monótona y aburrida vida se plantea. ¿Existirá realmente el amor?.
Tras profundas y pesarosas reflexiones parece que al fin llegamos a la conclusión , mi mente y yo, ya que mi corazón hace algún tiempo que se separó del grupo que conforma mi ser, de que el amor, sencillamente era otro invento más de la humanidad para no sentirse tan solos. Como se inventó Papa Noel o San Valentín.
Engañifas publicitarias que nos hunden en el momento en el que espantosamente descubrimos que no tenemos a nadie con quien compartirlo.
Y así se van acabando los días, tranquilamente, como si el tiempo no pasase ante los ojos de todas esas personas que envejecen siendo felices, o creyendo ser felices. Viviendo una vida que creen perfecta, mientras lloran amargamente con su almohada pensando que si hubiesen vestido de cuero, o asistido alguna vez a la manifestación del orgullo Gay, sin pararse a pensar que opinaría el resto del mundo, ahora serían realmente felices.
No creo que vestir de cuero haga sentir mejor, ya que opino sinceramente, que parecería mas una butifarra que algo de lo que sentirse orgullosa, pero el caso de asistir a la manifestación del orgullo Gay me produce curiosidad.

Y sí, es así como parece que vivo mi vida. Con mis amigas de la infancia, con el novio de la infancia…Vale, también guardo mis muñecas de la infancia, ya desde que viera cierta película me da terror tirar los muñecos a la basura, por si deciden tomar represalias y cortarme el cuello con hilo dental perfumado de frutas del bosque.
A veces me pregunto por qué sigo haciendo las mismas cosas, saliendo con la misma gente, y viviendo la misma vida, cuando en realidad cada día me parezco menos a la persona que todo el mundo cree que soy.

3 comentarios:

Co. dijo...

impresionante la entrada de ayer!:)escribes muuy pero que muy bien!

mujer tortuga...todos en algun momento hemos sido mujer tortuga y o lo seguimos siendo, o cn el paso de tiempo ese caparazón se rompe...




muchos besos y hasta la prox entrada ;)

Faith dijo...

Hola me llamo Jennifer, encontré tu blog por casualidad y me gusta mucho lo que e leído.
Yo también tengo un blog y escribo, me gustaría q te pasases y si quieres que dejes un comentario.

http://faith-mi-rincon.blogspot.com/
Xao, besos.

Co. dijo...

eiiiiii

estamos a lunes!:P
escribiras algo hoy??=)=)
espero que si :)


muchos besos!!