Descargas de adrenalina

Siento la tardanza, pero es que he sido captada por la secta del photoshop y mis obligaciones para/con ella me han tenido ocupada estos dos días.
Ya que mi pequeña aventurilla del autorretrato os tenía en ascuas, os comento. Al final y tras darle muchas vueltas - a mi habitación incluída, que la puse patas arriba buscando un puñetero objeto para llevarme- Decidí llevar un balón pequeño de baloncesto, y mis auriculares grandes - en un par de fotos de la cabecera del blog los llevo puestos-. ¿Por qué? Pues bueno, básicamente porque represetaban por un lado, el deporte, y lo importante que ha sido el baloncesto para mí y porque el balón grande no me cabía en la mochila. Y por otro lado, los auriculares por lo que me gustaba la música, y que una vez que dejé el baloncesto fue a lo que me dediqué - No, al final no me llevé la guitarra, que pesa como un cadaver-. Comenté que hacía unos años mi máxima aspiración era presentarme al casting de OT - carcajada general- Pero que mi madre me lo impidió - otra carcajada general-. Incluso empezaron a decir a coro: ¡que cante!¡que cante! y yo con cara de: WTF?. Al final no canté, tranquilos.

Conté muchas más cosas, y me preguntaron si creía que habría tenido éxito en OT. ¿Quién sabe? - Respondí- Mientras mi profesora estaba entusiasmada diciendo que podríamos montar un grupo de música y hacer un concierto al final del curso. Amo a esa mujer, en serio.

Así que nada, me encantó la experiencia. Yo nunca he sido demasiado reacia a ponerme delante del público - Es más, últimamente hasta busco hacerlo -. Será que como desde pequeña he estado cantando delante de todo el mundo, la mínima parte de sangre artística que llevo en el cuerpo de vez en cuando aflora y me domina - Maria del Monte me posee- . Y cada vez más, disfruto de esa sensación de nervios, de sentir como te late el corazón en la garganta y como te tiembla la voz cuando empiezas a hablar. Me encanta notar como me llega la adrenalina a cada rincon del cuerpo, y la sensación de felicidad - porque es felicidad - cuando termino y vuelvo a mi sitio, aún con el corazón acelerado y el pulso para robar panderetas.

Hay algo de adictivo en todo ese ritual, que a mi personalmente me tiene enganchada.

Besos