martes, 29 de marzo de 2011

París capítulo II y happy ending

Siento la tardanza. Es que estoy que no paro ¡Que no paro! - bueno tal vez un poco sí, pero poco-

El martes amaneció algo más nublado en París. Pero vamos, que ni gota ni gota - ¡yuhu!- Propusimos la ruta y ese día nuestra primera parada fue el Museo del Louvre. Cogimos nuestro metro - Oh amado mío- y nos bajamos en la parada. Diré en nuestra defensa que solo nos equivocamos de metro una vez. ¡Una sola vez en todo el viaje!. Y además gracias a las astucia de A.- Que de pretty little liars queda esto- nos dimos cuenta en la primera parada que vimos que no era la que teníamos que ver.
La cosa, nos bajamos y fuimos por el subterráneo hasta la entrada del Louvre. Qué bien está comunicado todo en París, copón. Llegamos y, nosotras pa'qué vamos a mirar nada ¿verdad? Nos metimos por la primera escalera mecánica que pillamos. Alli ni controles de seguridad ni nada ¿eh?, osea, te metes allí con una metralleta y te lias a tiros con el personal y sin más - ojo, que yo no pienso esas cosas ¿eh? no, no, no-

Así que nos metimos por la primera escalera mecánica que vimos. Y aparecimos en una sala blanca, enorme, con tropecientas alturas, esculturas, y bancos que no sabíamos si eran para sentarse a contemplar la belleza o si eran propias obras de arte en sí.- Por si acaso no nos sentamos, todo hay que decirlo.- Un calor para morirse. En serio, ¿Qué eran? ¿esculturas tropicales?. Que yo entiendo que se tiene que mantener cierta temperatura y cierta luz y todas esas mariconadas que me contaba mi querida profesora de arte - Jo que bien olía su colonia, ejem, dato irrelevante, lo sé- Pero un poco de humanidad por favor.

Después de estar divagando como almas en pena por aquella zona, y tras haber pasado tropecientas veces por el mismo pasillo.- Qué pesadilla de museo- Decidimos que ibamos a dejar de intentar hacernos las gafapasta y que iríamos a ver la Mona Lisa como todo hijo de vecino. Claro, la Mona Lisa estaba dónde Cristo perdió el mechero, y todo lo bien que he dicho antes que estaba señalizado París, lo retiro al referirme al Louvre. Que sí, que todo precioso con colorines, pero aquello era como el twister. Yo miraba el mapa y pensaba ¿Ahora la mano al rojo? ¿El pie al amarillo? ¡Pero si no puedo!

Por fín descubrimos que estabamos en otra ala del museo. Porque aquello es más grande que el bañador de Falete, y teníamos que ir por otra puerta. Osea, volver a la zona de la pirámide de cristal - Lo admito, lo único que a mi me llamaba poderosamente la atención. Llamádme superficial, o whatever- y entrar por otras escaleras mecánicas. A partir de ahí fue fácil, porque cada dos pasos estaba la foto de la susodicha Mona Lisa con una flecha indicándote la dirección. ¡Eso sí estaba bien señalizado! ¡Cabrones del Museo!

Cientos de miles de personas en aquella galeria. Entramos en la sala donde estaba - O algo intuímos al ver tal gentío agolpado en una pared. Y aquello una firma de discos no tenía pinta de ser- Y llegamos. No me sorprendió. Sabía que el cuadro era algo así como de tamaño A2, y la verdad, tenía tantísimo calor y estaba tan agobiada por la cantidad de gente reflex-en-mano alrededor, que lo único que quería era salir de allí y que me diera el aire fresco. Eso o quitarme la ropa. Opción poco viable, ciertamente.

Así que tras aquella aventura de más de dos horas en las que me falto poco para empezar a blasfemar en hebreo antiguo, salimos a la calle a través de la pirámide de cristal. Dios, cuando noté el frío en la cara creí morir del gusto. Nos sentamos en el filo de una de las fuentes y dejamos que nuestra mala leche acumulada por el momento museo se disipara antes de volver a echarnos fotos. Véase:



Nos pusimos en marcha de nuevo. El destino escogido era Notre Dame. Así que pa'llá que fuimos bordeando el Sena. -Si vas bordeando el río no te pierdes, consejo de Scout-. Nos paramos en unas cuantas tiendas de souvenirs, como buenas guiris, y tratamos sin éxito de encontrar la Saint Chapelle. No me preguntéis cómo, pero no conseguimos encontrarla. Joder, un mastodonte que en el mapa era más grande que Notre Dame, y no hubo narices. Me sentí vacilada por un edificio, sí. Así que fuimos a Notre Dame. Y qué decir, que es muy bonita, pero que yo me la esperaba bastante más grande. No sé, llegar a la plaza y decir, ¡Coño!¡Qué pedazo de bicho!. Y no, no fue esa la reacción. Pero aún así me pareció preciosa, además hacía sol y el tiempo acompañaba así que todo se veía con una perspectiva mejor. Nos quedamos a comer en la plaza de la catedral. Le dijimos Quasimodo que bajara, pero nos dijo que estaba en mitad de una partida de WoW y que ya si eso luego. Pobretico, es un friki. Tanto tiempo sólo es lo que tiene. - Para eso mi amiga L. se hizo una foto en su honor, que no voy a subir, precisamente por una cuestión de eso, de honor-



Entramos, y ¿hola? ¿Máquinas expendedoras?, ¿reproductores de música? a Quasimodo se le ha ido la cosa de las manos.



Tras aquello - y sin ver a Quasimodo- nos dirigimos al Panteón. Y de ahí, a los jardines de Luxemburgo. Vamos, que el parque del Boulevard de aquí casi casi que está mejor. Pero claro, no tiene la solera que tiene París - vale ni un castillo,vale. Aceptamos pulpo- Y allí nos cogimos unas sillas que había de uso recreativo - ¿Veis? Eso aquí no. A los dos dias las habrían robado todas- y tuvimos un interesante debate al que no voy a entrar ahora. Pero algún día, algún día. ¡Ah! y por el camino me eché esta foto tan molona con las gafas de una tienda.



¿Y de qué teníamos antojo total mi amiga Al. y yo? ¡De Starbucks!. Así que movilizamos a todo el personal para ir a uno, y lo conseguimos, ¡vaya que sí!. Fuimos al starbucks de la Avd de Los campos Elíseos. Qué momento de felicidad. ¡Y sí! ¡Salgo sin el gorro! ¡Aleluya!






Una vez saciado nuestro mono de Starbucks, volvimos al hotel,- obviaré el momento búsqueda de la salidad del RER (Tren de cercanías que deberíamos coger al día siguiente) pasando por la estación de metro marginal con gente pinchandose y Rocío acojonada, lo obviaré- y teníamos la intención de acostarnos temprano porque al día siguiente...tatatacháaan...¡íbamos a Disneyland! -Sííííí-. Que también trajo su debate. Mi amiga S. quería salir pues...a eso de las 6 de la mañana del hotel para estar ahí las primeras, cual fan de David Bisbal en puerta de concierto. Y yo me negaba rotundamente a perderme el desayuno del hotel, que ya os comenté en la entrada anterior que era mi perdición. Así que al final se impuso la opción de salir algo más tarde de las 8,30. No porque yo tenga un poder de convicción sectario, sino porque miró el horario del parque, y no habría hasta las 10.00. Lo que inexorablemente nos daba la razón a las que nos negabamos a salir del hotel con las calles aún sin poner.

Así que nos levantamos, desayunamos en el hotel - ¡yuuupi! - y salimos hacia los tres trasbordos entre metro y cercanías que teníamos que coger para ir hasta Disney. Que está más o menos....pues...¿un poco más a la derecha de a tomar por culo? Pues por ahí, km arriba km abajo. Así que tardamos como 40 min en llegar. Pero bueno, se nos quitaron todas las penas - y a mi el mareo, qué malica me puse en el tren ojú- nada más ver dónde habíamos llegado. Si es que se te pega el entusiasmo nada más entrar. Con todo, la música, la ambientación, la gente. No se, todas dando saltitos emocionadas como si tuvieramos 10 años. Vimos a muchos personajes, pero sin duda, el que captó mi atención fue Aladdin. Ya no solo por el parecido, sino por la capa de barniz que llevaba a modo de maquillaje. Que parecía un rasca y gana.



Como es de suponer nos echamos tropecientas fotos. La famosa foto de Buzz Light Year que puse nada más llegar y estas son unos ejemplos - pocos, que no voy a petar esto de fotos- Y además que tengo muy poquitas fotos sola en Disney. Eso sí, arrasamos en la tienda. Pero arrasar del verbo arrasar. No voy a comentar nada en profundida por si esto lo llegara a leer algún agente de la ley. Pero qué panzada de reir nos pudimos dar.

En la película fea de Michael Jackson de la que salimos asqueadas


Con el paracaidas de los soldados de Toy Story



En la puerta de Bo



Ese día llegamos tardecillo al hotel y además, estabamos muertas. Así que no preparamos ni ruta ni nada. Ya improvisaríamos al día siguiente. Y efectivamente, improvisamos. Era el último día así que decidimos ver las cosas que se nos habían quedado colgadas, como Los Inválidos -Vaya frase rara me ha quedado- Y allí nos echamos la foto de rigor con los cañones, y todo eso típicamente turista. Comimos en un parque, no sé exáctamente dónde estábamos - fijaos cómo andaba yo ya a esas alturas, como en mi casa vaya- Después fuimos a la Ópera, pasando por el Decathlon - Vamos, algo totalmente imprescindible si vas a París- y a las galerias Lafayette - Que ya estuve pensando en true blood el resto del día- Nos pasamos por el Mac Store y yo creí morir del amor en varias ocasiones y por otro Starbucks, ¿por qué? Porque Al. y yo teníamos mono. ¡Y nos compramos un termo! ¡Og! ¡Qué precioso!

Después retomamos la misión frustrada de ver el Mouling Rouge, y ¡sí! lo encontramos. Aquí no tengo foto sola asi que voy a tunear a mis amigas modo Andreita.




Al volver al hotel y para darnos un pequeño homenaje paramos en una pizzería que había en nuestra calle en la que un hombre así mayor, hacía las pizzas artesanas en el momento. Buah, en serio. La mejor pizza que he probado hasta la fecha. Y ya de regalo una foto mía peleandome con ellas intentando cortarlas. Y también de paso que se vea la sudadera que nos compramos en disney, que es ¡og! que chula está - Aquí voy a tunear también a mis amigas. Y sí, lo que cuelga son serpentinas. Es que la noche era el "festín que postín"..Cosas nuestras - Como supondréis, soy la que no tiene carita amarilla, ejem.




A la mañana siguiente ya volvíamos para España. Nos levantamos a eso de las 5.45, porque A., que volvía a Polonia, cogía su avión mucho antes que nosotras. Y decidimos como buenas samaritanas acompañarla hasta el metro que la llevaría al autobús que la llevaría al aeropuerto. Así que ahí íbamos las 6, a las seis de la mañana andando por París que parecíamos extras de The Walking Dead. La despedimos y volvimos al hotel. Todas nos dormimos esos veinte minutos que teníamos antes de que sirvieran el desayuno a las 7, porque a las 8.10 nos recogía el autobús en el hotel para llegar a Orly. Desayunamos y nos recogieron, esta vez en un monovolumen molón con un conductor canario que tenía puesta una emisora de música latina. Así que ahí estabamos, camino del aeropuerto a las 8.30 de la mañana, habiendo dormido unas cuatro horas, y escuchando reaggeton.

Y nada, llegamos al aeropuerto y una eternidad para facturar. Y otra eternidad para pasar el control de seguridad. ¡Que me cachearon! ¡A mí! ¡Con la cara de buena que tengo! Encima la tipa que me cacheó me hizo cosquillas y yo ahí, como una campeona aguantandome, sí señor. Por fín nos montamos en el avión, que yo creía que lo perdíamos. Gracias a Dios que Orly es pequeñito, y la puerta de embarque estaba a metros escasos del control de seguridad, porque llega a ser como Barajas y allí que nos veo corriendo como en Solo en casa ¿eh? y ya nada. El viaje de vuelta lo pasé durmiendo. Llegamos a España y tuvimos un momento tenso cuando ni la maleta de S. ni la maleta de L. aparecían, pero al final aparecieron sanas y salvas.

Cogimos el metro que no llevaría hasta la estación sur de autobuses, y con la tontería llegamos a las tres de la tarde, cuando nuestro autobús salía a las cuatro. Comimos y estuvimos tiradas como unas pordioseras allí hasta que nos montamos en el autobús. Y también me dormí al volver. Era como los muñecos estos que cuando los echas para atrás cierran los ojos. Pues así.

Bueno, llegamos aquí, me recogieron, llegué a casa y ¡bingo!¡No tenía ascensor! Así que cuatro pisos por las escaleras. -Me encanta el comité de bienvenida de mi portal.-

Han pasado ya tres semanas desde que nos fuimos y aún me dura esa sensación. Una mezcla de felicidad y nostalgia. Nose, es raro. Lo echo de menos. Volvería a repetirlo con los ojos cerrados. Pero bueno se que habrá algún que otro viaje más por ahí. Y será otra entrega de Armadillas por el mundo.


Y con esto y un bizcocho ¡se acaba este eterno tocho!




Besos

lunes, 21 de marzo de 2011

París capítulo I

Hola

Ya se que llego con una semana de retraso, ¡me declaro culpable!. Pero es que tampoco he tenido demasiado tiempo. Y el tiempo que he tenido me lo he pasado mirando al vacío, literalmente.
Así que aquí estoy, dispuesta a relatar mi aventura Parisina. Todo comenzó un lluvioso día...Bueno vale no me voy a poner tan teatral. Nuestro avión a París salía el día 7 a las ¿7:50?, dios, he tardado demasiado en actualizar y ya no me acuerdo. Bueno, la hora que fuera. Era temprano de cojones. Y claro, como teníamos que ir hasta Madrid desde mis tierras, pues cogimos un autobús a las 17.35 del día 6. Sí, no dormimos absolutamente nada en toda la noche.
A las 22.00 ya estabamos felizmente instaladas en un par de bancos de la T2 del aeropuerto de Barajas, sopesando las posibilidades que teníamos de cruzarnos con los jugadores del Real Madrid si volvían de Santander -¿Era contra el Racing contra quien estaban jugando esa noche? Lo que yo os diga, lagunas mentales-. Como os podéis imaginar, aquello fue un plan frustrado e inexistente. Aunque yo tampoco me moría por ver al madrid, en cualquier caso a Casillas y a Xabi Alonso. Por mi afición a la roja y nada más. Aunque tampoco habría estado mal ver a Álvaro Arbeloa y decirle que me acuerdo de su madre y del dia de su bautizo cada vez que veo un partido del Madrid y me paso los 90 minutos intentando decir su nombre a distintas velocidades sin trabarme.

Estar tirada en el suelo del aeropuerto: Descripción gráfica



Bueno que me despisto. Estuvimos despiertas en el airport toda la noche. Leyendo guías de viaje, jugando con pelotitas de papel albal, viendo pasar a un hombre en chanclas unas tropecientas veces, discman en mano. Yo voto porque iba escuchando el corán, o algo así. Maldita megafonía de barajas cada 15 min exáctos. Así que a las cuatro y poco de la madrugada, nos fuimos a tomarnos un café a la cafetería y sacamos destrangis nuestras galletas de canela -babas- para hacer tiempo. Por fin facturamos y pasamos el control de seguridad - ¿hola? que no llevo una metralleta en mis botas, que no soy Vin Diesel-

Total que por fin embarcamos, nos sentamos -oh, que sorpresa, no me tocaba ventanilla- Y de pronto llaman por megafonía a dos de mis amigas. "Las pasajeras XXX-XX y XXX-XX por favor, pónganse en conctacto con algún miembro de la tripulación". Las cinco nos miramos en plan: ¿Qué hemos liado?. Pero nada, solo les hicieron un tacto rect...que no que no. Que no era nada.

Llegamos a tierras francesas a las...bien,creo que no voy a ser capaz de acordarme de ninguna hora exácta. Pero vamos que me lo perdonáis ¿no?. Llegamos, cogimos nuestras maletas y llegamos hasta el punto en el que nos debía recoger la empresa que nos iba a llevar al hotel. Sorpresa cuando N. dice de echar mano al móvil y no está. ¡Viva! Primer objeto perdido.

Con todo el follón del móvil nos montamos en el autobús. Seguro que vosotros, ojos lectores, habéis estado en un atasco alguna vez. Bien, pues seguro que nada comparado con el atasco que había para entrar a París. Pudimos estar como tres horas en el autobús hasta que conseguimos entrar y un rato más para llegar a nuestro hotel. No puedo olvidarme de mencionar al chico que llevaba lo del transporte. Cristian se llamaba. Pero nosotras, obviamente no lo llamábamos Cristian. ¿Por qué? Porque nos estuvo explicando a todos los que íbamos en el autobús, que nos iba a dar un "foetillo" para que pudiesemos elegir las "visiticas" que quisieramos. Así que se quedo con el Foetillo, para siempre.



Esta es la fachada. La verdad es que ya habíamos fichado el hotel por internet, pero oye, el barrio resulto ser de lo más bonito y tranquilo. Tenía un montón de panaderias - qué sorpresa- y de floristerías. Y un montón de posters de Natalie Portman en las paradas de autobús - de eso hablaré luego-

Llegamos y hablamos con la señorita recepcionista, que hablaba español ¡bien! -Más tarde descubrimos que se había medio criado en un pueblo de aquí de Jaén. El mundo es un pañuelo- Nos dio nuestras respectivas llaves (104,107 y 504) y nos dispusimos a subir a dejar las maletas. Momentazo al salir de ascensor en el primer piso y encontrarnos con el carrito de la limpieza justo delante, que no podíamos casi salir y un montón de toallas tiradas por el suelo.¿Conocéis el videojuego Hotel Dusk? Pues algo muy parecido. Fue una escena bastante tétrica, y encima creo que el cansancio hizo más en contra del hotel que otra cosa -Más que nada porque una vez descansadas, el hotel estaba muy bien- Así que nos metimos en una habitación a dejar las maletas, hacer el sorteo de parejas y a comernos un bocadillo. Cuando de pronto, un objeto cae de la nada sobre la cama y alguien pregunta: ¿Y este móvil de quien es?...y alguien contesta: De N. ¡Bien!¡Primer objeto perdido/encontrado!. Había viajado todo el camino desde el avión al hotel en el gorro del abrigo de la susodicha. Sí, Iker Jiménez está llamándonos para ver que chicha saca para un programa de dicho suceso.



Así eran nuestras habitaciones. Y no, no me molaba nada que tuvieran moqueta en el suelo, y que no hubiera persianas. Pero oye, que las cortinas esas eran la leche. No entraba ni una pizca de luz. Me daba la sensación como de estar en La Cenicienta al principio, cuando va a despertar a la madrastra.- Sí, yo y mis películas mentales- Pero la moqueta no me convenció en todo el viaje. Eso sí, al final le cogi cariño. Como a todo.

Una vez comidas, nos dispusimos a investigar el camino que debíamos coger para ir a recoger a nuestra amiga A. que venía desde Polonia -Ya veis, que grupo tan internacional ¿eh?- El autobús que la traía del airport la dejaba en el Palacio de Congresos. Así que aquí empezó mi primera toma de contacto con las lineas de metro. De las que caería profundamente enamorada a lo largo del viaje. Porque señoras y señores, yo creía que no me sabía orientar hasta que he ido a caer en París. ¡Se leer mapas! ¡Aleluya!

La recogimos con éxito, y con un día que hacía que daba gusto. Con las mismas volvimos al hotel a que dejara su maleta y decidimos que para no tener que volver a coger el metro iriamos a ver el Sacre Coeur, que nos pillaba "relativamente" cerca. Y ya a partir de aquí sí son fotos echas con nuestras cámaras. No tengo ninguna foto solica en el Sacre Coeur asi que os pongo la foto paisaje.



Qué bonita, en serio. Entramos. Morí de calor -porque me compré un gorro molón que me veréis en el resto de las fotos que suba- y monjas cantando. Yo como ya se que voy a ir al infierno, me salí en medio segundo antes de caer desmayada debido a las altas temperaturas.

Bajamos por las enternas escaleras y fuimos abordadas por un grupo de hombres de color que querían hacernos una pulsera. ¡Arg!¡Miedo! Pero conseguimos salir de allí rápidamente. Estuvimos buscando el Moulin Rouge sin éxito, creo que estábamos tan cansadas que ya ni nos orientábamos. Así que nos volvimos a nuestro querido hotel. Creo que estábamos demasiado muertas como para dar el habla así que nos juntamos en la habitación 104 a cenar - Porque claro, la habitación 104, la de N. y S. era para comer. La mía y de L. era para lo que viene siendo hacer de vientre. Sí, una escatológica historia que nos acompañaría todo el viaje.- La de A. y Al. era un zulo porque su ventana daba a un patio interior, y con esa habitación no queríamos cuentas nada más que para arreglarnos el pelo, porque era la única que tenía el enchufe medianamente cerca del cuarto de baño - Estos franceses y su manera de colocar los enchufes, inexplicable -

A la mañana siguiente, nos levantamos y bajamos a desayunar al hotel. Sin duda y a partir de aquel día, uno de los mejores momentos diarios del viaje. Todavía una semana después sigo soñando con levantarme y bajar al desayuno del hotel. ¿La ruta de aquella mañana? Primera parada Torre Eiffel.



Estuvimos dos horas en la cola, y sí, subimos hasta arriba del todo. Otra vez nos hizo un día espectacular. Después fuimos al Arco del Triunfo y a comer al McDonals de la avenida de los Campos Elíseos. Comimos a las cinco de la tarde. Muy guiris nosotras, sí. Empiezo a tener lagunas mentales. Creo que después de eso hicimos algo que no recuerdo, entre las que estaba echarme esta foto.



Después fuimos al puente de Alejandro III. Y ahí nos pasamos tanto tiempo echando fotos que no nos dio tiempo a ver nada más.



Así que después de mucho rato haciendo el canelo en ese puente - con video bailando incluído- Decidimos buscar una boca de metro que nos devolviera a nuestro humilde hogar. Así que de paso vimos la Plaza de la Concordia, y allí cogimos nuestra querida linea 12 y volvimos al hotel.

Ya está por hoy ¿no? Que me estoy poniendo pesada. Muy pronto el capítulo 2. Como diría Antena 3, volvemos en 6 minutos.


Un beso

lunes, 14 de marzo de 2011

¡Misión Cumplida!

Estoy viva, emocionada con el viaje, e intentando volver a la rutina. Esta semana escribiré largo y tendido sobre mis aventuras parisinas, pero me paso para decir que he vuelto sana y salva de aquellas tierras. ¡Volveré pronto pronto!



(L) Buzz



Besos

domingo, 6 de marzo de 2011

PARIS

Volveré en seis días. ¡Rezad por mí!.






Besos

jueves, 3 de marzo de 2011

Rara

Siento haber estado tan desaparecida. Pero entre unas cosas y otras al final la casa sin barrer - O algo así - Estoy liada con el tema del viaje, porque sí, en tres días me voy a París con mis amigas. ¿Ganas? Ahora mismo bajo cero, congeladas, como un témpano. Supongo que me iré animando conforme se vaya acercando el día - espero - Ahora toca maleta, compra de comida, autobuses, aviones, andar, andar y más andar.

*Nota mental: Objetivo número uno del viaje a París: echarme una foto con Buzz Ligth Year.

Llevo varios días que no me sienta bien la comida. Tengo un malestar constante en el estómago y ayer casi vomito un par de veces por la mañana. Ya me veía corriendo saliendo de clase para llegar al baño. Pero al final todo quedó en un susto - meeeeenos mal -. Encima tuve que estar todo el día fuera, y tenía miedo de ir por ahí arrastrándome a lo Walking Dead. Pero como mejoré y tuve que esperar terminaran un trabajo para irnos, me dediqué a echarme fotos. Y he comentado más de una vez que foto que me echo que me gusta foto que pongo en todas partes. Así que aquí va la foto de ayer - Que por supuesto he puesto en todas partes -



Por la noche vi Black Swan. *___* Enamoramiento total de Natalie Portman. Peliculón que me dejó con la boca abierta durante mas de media hora. Y no me acuerdo del rato que estuve sin parpadear.



Y hoy me ha pasado una cosa rara. Yo no tengo un miedo excesivo a hablar en público. No es algo que me genere ni rechazo no nada por el estilo. Al contrario, suele gustarme bastante salir y hablar. Supongo que la dopamina es una droga que me es dificil rechazar, y me compensa el "mal rato" que pueda pasar saliendo a hablar en público. Me pongo nerviosa, como todo el mundo, pero me gusta notar el corazón palpitando, y cómo transpira cada poro de mi piel -qué poético, parezco Marc Anthony- y noto esa oleada de calor en el cuello. Me encanta la sensación de notar como me fluye la adrenanila por el cuerpo, no lo puedo evitar. Me hace sentir viva.
Pues hoy, en una clase de Terapia -asignatura que intuyo, va a encantarme- nos ha estado hablando sobre la ansiedad - yo ya me había visto reflejada en todas partes, como un laberinto de espejos- y de pronto nos ha dicho que en un minuto, iba a sacar a alguien al azar para que nos explicara lo que habíamos visto durante la clase. Todo el mundo ha empezado a murmurar en plan "oh dios que no me toque a mi". Y yo, como siempre, he notado esos nervios en el estómago. Pero no estaba mal, me habría dado igual salir o no.
El problema, y lo raro, ha sido cuando ya han salido un par de personas, se han sentado y yo seguía con esa sensación desagradable. Y no se iba. Y cada vez me estaba sintiendo peor. Y oía a la profesora decir de fondo que si alguien siguiera con la sensación de activación aún, sí que sería algo más preocupante. Me he pasado toda esa hora, la siguiente, y un rato tras salir de clase bastante chunga. Y sí, si queréis saberlo, estoy bastante preocupada por mi salud emocional/mental. Pero de eso ya hablaré si acaso otro día que esto está quedando más largo que un día sin pan.



Besos