(Audio al final, ponlo mientras, si quieres, of course)
Sí, tú. Cierra los ojos y sientate a mi lado. ¿Lo escuchas?, es el sonido de la lluvia, cayendo incesante y golpeando los tejados de los coches aparcados en la calle. La gente corre por las aceras, esquivando los charcos, y esquivando al resto de las personas que caminan bajo su paraguas con la cabeza baja y los hombros encogidos.
Se escucha un trueno, la tormenta está exactamente sobre nuestra cabeza. ¿Tienes miedo?, yo no. A mi siempre me han gustado las tormentas. Fuera no hace frío, es una de esas tormentas de verano, que llegan como un torrente y cubren el cielo sin previo aviso. Sin embargo el suelo de esta habitación está frío, y llevo puestos unos calcetines de rayas que tenía guardados en aquel cajón de allí, justo debajo de aquella lámpara de luz amarilla.
Parece cómo si alguien hubiera dejado el grifo del cielo abierto, la lluvia es como una cortina infinita, que cae uniformemente sobre el asfalto. No puedo ver la fachada del edificio de enfrente, y el suelo es como un manto de humo blanco por las salpicaduras, ¿lo ves?. Fíjate, parece niebla. Los faros de los coches atraviesan esa espesa manta de agua al pasar, y la mayoría de la gente reniega por mojarse lo pies.
Pero nosotros estamos aquí, en esta habitación. Junto a esta ventana y puedo oler la lluvia si cierro los ojos. A eso que olía el campo mojado, y casi puedo notar las gotas mojandome la piel. Qué maravillosa sensación la de la lluvia de verano. ¿No crees? ¡fijate!, casi diría que la brisa me ha movido el pelo.
El cielo cruje, como si se fuera a romper de un momento a otro. Pero no tengo miedo. La lluvia no es siempre portadora de desgracias. Puede que la grieta que abra la tormenta deje pasar el sol. Aunque ciertamente me he acostumbrado a la lluvia, ¿tú no? Si... La lluvia no está tan mal, dime Corazón, ¿crees que podríamos vivir así para siempre?
Besos
viernes, 29 de abril de 2011
martes, 26 de abril de 2011
Engancharse a la vida
Todos en algún momento de nuestra vida hemos sentido que tal vez no encajamos, que tal vez ese no es nuestro lugar. Que no somos quienes deberíamos ser, que alomejor las decisiones que hemos tomado, los amigos que hemos tenido, o la carrera que hemos decidido estudiar no han sido las opciones correctas.
Puede que ese estado dure unas horas, unos días o unos años. Supongo que hasta que alguien encuentra algo a lo que agarrarse para engancharse a la realidad y a la vida. Hay gente que encuentra la pareja de sus sueños, gente que encuentra a una mejor amiga, gente que encuentra un gran trabajo, un perro, o simplemente un lugar.
Yo encontré esa conexión en un canal de youtube. Sí, puede sonar superficial. Pero así fue. Era diciembre, y probablemente estaría en mi casa, más bien aburrida, cuando me pasaron el primer video que vería de ella. Cantaba como si no costara trabajo, como si no requiriera talento. Tocaba la guitarra y más bien parecía que era su mente la que reproducia los sonidos con esa velocidad y precisión que pasa inadvertida para quienes no han cogido nunca ese instrumento. Y ahí, en ese preciso instante, supe que me había enganchado.
La música no es algo nuevo para mí, aunque admito que hace mucho tiempo que dejó de ser algo de primer plano en mi vida y sin embargo, su música entró como si me hubiera dejado la ventana abierta y se coló en cada uno de mis momentos, en cada célula, en cada fibra. Y es curioso porque yo siempre he escuchado mucha música y sin embargo, nunca he sido fan de nadie. Es más yo veía a la gente pasarse horas y horas en las colas de los conciertos y pensaba: pues vaya panda de frikis. Y en cambio ahora puedo sentir eso que tal vez sentían ellos. Supongo que la palabra es admiración. Admiro lo que hace, y cómo lo hace. Y estoy enamorada de cada nota, de cada melodía y de cada letra que ya tarareo sin apenas pensar en lo que hago.
Desde entonces no ha habido otra cosa en mi blog del tuenti, y rara vez escucho algo cuando voy por la calle que no sea ella. Me acuerdo de un día, hablando con mi amiga Al. le dije que el día que la viera en directo me moriría del amor, pero que sería muy poco probable ya que ella no iba a venir aquí, y a mi me era prácticamente imposible ir a Málaga o a Sevilla a verla. Pero que yo tenía que verla en directo sí o sí.
Todo fue bastante precipitado, y para qué engañarnos, muy poco propio de mí. Eso de coger el petate y decir: ¡que me voy pa' Cádiz! ni en mis mejores momentos de locura podría haberse dado. Y sin embargo, lo hice. Cogí y me planté allí. A la casa de mi tocaya a la que no me cansaré de dar las gracias. Y esa noche fuimos a verla cantar.
Yo ya estaba nerviosa mientras cenábamos. Le dije a M.L. varias veces que no era consciente de que en un rato estaríamos delante de ella, a menos de dos metros, y que vería y escucharía en directo lo que tantísimas veces había visto y escuchado por youtube. Las canciones con las que había llorado sola, delante de mi ordenador. Y cuando llegó ese momento sentí un escalofrío y cómo el corazón se me aceleraba mientras la veía subir al escenario y enfundarse la guitarra que casi era más grande que ella.
Un buenas noches, y empezó a sonar "Ö (dos puntos sobre O)" y yo no me lo podía creer. Estaba ahí, y ningún video, con la mejor calidad de audio que puedas encontrar en youtube, suena ni la tercera de la tercera parte de bien de lo que se la escucha cantar en directo. Es música hecha persona, toda ella.
Tras el concierto se tenía que ir rápido porque tenía una entrevista en Sevilla, pero eso no impidió que me la presentaran y que se pudiera echar una foto conmigo. Claro yo allí emocionada, aunque creo que emocionada es decir poco. Mas maja ella que todas las cosas.
He de admitir que lloré, más de una y de dos veces. Que con "A la altura justa de tus ojos" se me cayeron las lágrimas acordándome de las primeras veces que ya me ponía el vello de punta escucharla. Y que con "Pacuare" o "cartas desde el círculo polar" sentí eso que solo sientes cuando notas que estás en el mundo por algun motivo. Durante las horas que duró el concierto sentí que pertenecía a alguna parte, que aquel era el instante que tenía que vivir, que estaba donde debía estar en el momento preciso. Mientras ella cantaba pude sentir cómo me corria la sangre en las venas, cómo se me humedecían los ojos mientras intentaba cantar sin que se me quebrara la voz. Me sentí viva, y feliz.
Supongo que es complicado de entender así a simple vista. Tal vez vosotros tengáis algo que os haga sentir así. Pero a mi es su música, y su voz, la que me engancha a la vida cuando se me olvida cual es mi lugar. Gracias Carmen :) y hasta pronto, espero.
(Resto de videos)-> http://www.youtube.com/user/GrupisBoza
Besos Ö
Puede que ese estado dure unas horas, unos días o unos años. Supongo que hasta que alguien encuentra algo a lo que agarrarse para engancharse a la realidad y a la vida. Hay gente que encuentra la pareja de sus sueños, gente que encuentra a una mejor amiga, gente que encuentra un gran trabajo, un perro, o simplemente un lugar.
Yo encontré esa conexión en un canal de youtube. Sí, puede sonar superficial. Pero así fue. Era diciembre, y probablemente estaría en mi casa, más bien aburrida, cuando me pasaron el primer video que vería de ella. Cantaba como si no costara trabajo, como si no requiriera talento. Tocaba la guitarra y más bien parecía que era su mente la que reproducia los sonidos con esa velocidad y precisión que pasa inadvertida para quienes no han cogido nunca ese instrumento. Y ahí, en ese preciso instante, supe que me había enganchado.
La música no es algo nuevo para mí, aunque admito que hace mucho tiempo que dejó de ser algo de primer plano en mi vida y sin embargo, su música entró como si me hubiera dejado la ventana abierta y se coló en cada uno de mis momentos, en cada célula, en cada fibra. Y es curioso porque yo siempre he escuchado mucha música y sin embargo, nunca he sido fan de nadie. Es más yo veía a la gente pasarse horas y horas en las colas de los conciertos y pensaba: pues vaya panda de frikis. Y en cambio ahora puedo sentir eso que tal vez sentían ellos. Supongo que la palabra es admiración. Admiro lo que hace, y cómo lo hace. Y estoy enamorada de cada nota, de cada melodía y de cada letra que ya tarareo sin apenas pensar en lo que hago.
Desde entonces no ha habido otra cosa en mi blog del tuenti, y rara vez escucho algo cuando voy por la calle que no sea ella. Me acuerdo de un día, hablando con mi amiga Al. le dije que el día que la viera en directo me moriría del amor, pero que sería muy poco probable ya que ella no iba a venir aquí, y a mi me era prácticamente imposible ir a Málaga o a Sevilla a verla. Pero que yo tenía que verla en directo sí o sí.
Todo fue bastante precipitado, y para qué engañarnos, muy poco propio de mí. Eso de coger el petate y decir: ¡que me voy pa' Cádiz! ni en mis mejores momentos de locura podría haberse dado. Y sin embargo, lo hice. Cogí y me planté allí. A la casa de mi tocaya a la que no me cansaré de dar las gracias. Y esa noche fuimos a verla cantar.
Yo ya estaba nerviosa mientras cenábamos. Le dije a M.L. varias veces que no era consciente de que en un rato estaríamos delante de ella, a menos de dos metros, y que vería y escucharía en directo lo que tantísimas veces había visto y escuchado por youtube. Las canciones con las que había llorado sola, delante de mi ordenador. Y cuando llegó ese momento sentí un escalofrío y cómo el corazón se me aceleraba mientras la veía subir al escenario y enfundarse la guitarra que casi era más grande que ella.
Un buenas noches, y empezó a sonar "Ö (dos puntos sobre O)" y yo no me lo podía creer. Estaba ahí, y ningún video, con la mejor calidad de audio que puedas encontrar en youtube, suena ni la tercera de la tercera parte de bien de lo que se la escucha cantar en directo. Es música hecha persona, toda ella.
Tras el concierto se tenía que ir rápido porque tenía una entrevista en Sevilla, pero eso no impidió que me la presentaran y que se pudiera echar una foto conmigo. Claro yo allí emocionada, aunque creo que emocionada es decir poco. Mas maja ella que todas las cosas.
He de admitir que lloré, más de una y de dos veces. Que con "A la altura justa de tus ojos" se me cayeron las lágrimas acordándome de las primeras veces que ya me ponía el vello de punta escucharla. Y que con "Pacuare" o "cartas desde el círculo polar" sentí eso que solo sientes cuando notas que estás en el mundo por algun motivo. Durante las horas que duró el concierto sentí que pertenecía a alguna parte, que aquel era el instante que tenía que vivir, que estaba donde debía estar en el momento preciso. Mientras ella cantaba pude sentir cómo me corria la sangre en las venas, cómo se me humedecían los ojos mientras intentaba cantar sin que se me quebrara la voz. Me sentí viva, y feliz.
Supongo que es complicado de entender así a simple vista. Tal vez vosotros tengáis algo que os haga sentir así. Pero a mi es su música, y su voz, la que me engancha a la vida cuando se me olvida cual es mi lugar. Gracias Carmen :) y hasta pronto, espero.
(Resto de videos)-> http://www.youtube.com/user/GrupisBoza
Besos Ö
domingo, 24 de abril de 2011
Aprender
Con el paso de los años me he terminado dando cuenta de que soy como una navaja suiza. Tengo un montón de aplicaciones, pero en ninguna soy tan buena como el objeto original. Y eso me hace sentir realmente vacía.
Se que esto lo cuento y mucha gente me mandará a la mierda, literalmente. Pero bueno, no creo que haya muchas personas que entiendan realmente como me siento. Podría decir que no hay nadie, porque si algo se me da bien, es montarme los problemas de tal forma que luego no pueden desmontarse sin que no exista riesgo de derrumbe.
Llevo un par de semanas desaparecida, y eso, creedme es una señal más buena que mala. Eso quiere decir que he estado ocupada, entretenida, ilusionada. Muchos días llegaba y me sentaba delante del blog y me proponía escribir, pero realmente no sabía el qué. Y es que los seres humanos parece que conectamos más con la sensibilidad y la creatividad cuando estamos más propensos a la tristeza. Cosa que me parece fatal. Pero a ver cuántas canciones de amor hay que sean todo positivismo y alegría. Pocas.
Estas dos semanas han dado para mucho. He aprendido mucho más de lo que creía, en todas las facetas y aspectos de mi vida. Y me he encontrado un poco, a la vez que me he perdido otro poco. Difícil de entender, lo sé. Esa es otra de mis aplicaciones inútiles.
He sido consciente del valor de las cosas. De muchas cosas. Del valor de una carcajada y esa sensación de tranquilidad que se te queda en el cuerpo tras pasar mas de diez minutos riendote. Esos segundos que no piensas en nada, ni sientes nada, solo te ries y te ries y notas como tu torrente hormonal está disparado por todo tu cuerpo.
He aprendido el valor de las decisiones, tanto para bien, como para mal. Y cómo hay consecuencias, y cómo hay que lidiar con esas consecuencias lo mejor que se puede. He aprendido el valor de la amistad, que no entiende ni de kilómetros, ni de años. La bondad de las personas, la generosidad. Volver a creer en el ser humano cuando ya empezaba a perder la esperanza. He aprendido a apreciar los momentos irrepetibles, minutos, segundos que no volverán a ocurrir y que he podido disfrutar.
He aprendido muchas cosas y sin embargo sigo sin saber cómo ser yo.
Besos
Se que esto lo cuento y mucha gente me mandará a la mierda, literalmente. Pero bueno, no creo que haya muchas personas que entiendan realmente como me siento. Podría decir que no hay nadie, porque si algo se me da bien, es montarme los problemas de tal forma que luego no pueden desmontarse sin que no exista riesgo de derrumbe.
Llevo un par de semanas desaparecida, y eso, creedme es una señal más buena que mala. Eso quiere decir que he estado ocupada, entretenida, ilusionada. Muchos días llegaba y me sentaba delante del blog y me proponía escribir, pero realmente no sabía el qué. Y es que los seres humanos parece que conectamos más con la sensibilidad y la creatividad cuando estamos más propensos a la tristeza. Cosa que me parece fatal. Pero a ver cuántas canciones de amor hay que sean todo positivismo y alegría. Pocas.
Estas dos semanas han dado para mucho. He aprendido mucho más de lo que creía, en todas las facetas y aspectos de mi vida. Y me he encontrado un poco, a la vez que me he perdido otro poco. Difícil de entender, lo sé. Esa es otra de mis aplicaciones inútiles.
He sido consciente del valor de las cosas. De muchas cosas. Del valor de una carcajada y esa sensación de tranquilidad que se te queda en el cuerpo tras pasar mas de diez minutos riendote. Esos segundos que no piensas en nada, ni sientes nada, solo te ries y te ries y notas como tu torrente hormonal está disparado por todo tu cuerpo.
He aprendido el valor de las decisiones, tanto para bien, como para mal. Y cómo hay consecuencias, y cómo hay que lidiar con esas consecuencias lo mejor que se puede. He aprendido el valor de la amistad, que no entiende ni de kilómetros, ni de años. La bondad de las personas, la generosidad. Volver a creer en el ser humano cuando ya empezaba a perder la esperanza. He aprendido a apreciar los momentos irrepetibles, minutos, segundos que no volverán a ocurrir y que he podido disfrutar.
He aprendido muchas cosas y sin embargo sigo sin saber cómo ser yo.
Besos
lunes, 4 de abril de 2011
Mi ascensor
No sé si lo he contado, pero el día 14 de Febrero, como amoroso regalo, en mi portal empezaron a arreglar mi ascensor. Quien dice arreglar dice cambiarlo por completo.
Mi ascensor molaba. Por fuera tenía esas clásicas puertas de ascensor naranjas, con su cristal alargado en el centro y su botón con luz naranja - todo muy naranja, lo sé- y por dentro era todo como revestido de madera, que me recordaba un poco a los decorados de Los Ángeles de Charlie - De la serie antigua, of course.- y los botones tenían ese encanto natural cuando estaban quemados y derretidos por los vándalos de mis vecinos que le daban ese toque gore "tan de mi ascensor". Pero sin duda lo mejor de mi ascensor era ese "pequeño" bote que daba cuando se paraba. Y digo "pequeño" por no decir "el salto de la grulla". Claro, yo ya estaba acostumbrada y era ya algo que no me sorprendía. Pero merecía la pena traer gente a casa por primera vez solo por ver sus caras cuando el ascensor llegaba a su destino, que más que parar en un piso parecía que estaba entrando en boxes.
Pero los tiempos cambian y como todo, mi ascensor tenía que cambiar y modernizarse. Así que nada, nos pusieron el cartelito de que a partir del 14 de febrero, y en el mes y medio posterior, no tendíamos ascensor. Bien. Yo vivo en un tercero -Aunque subo cuatro pisos,porque hay entresuelo-. Así que haceros una idea la gracia que me hizo a mi la broma. Porque a la subida y bajada de escaleras había que añadir los ruidos de 7.00 a 9.00 de la mañana y de 15.00 a 17.00 de la tarde. Sólo a esas horas, obviamente. Porque parece ser que es la "hora estipulada por los obreros para haber un ruido infernal en los portales". También se debe tener en cuenta la cantidad de obreros que me he ido cruzando a lo largo de los cuatro interminables pisos que me separaban de la calle cada mañana. Todo eso mientras le quitaba todos los lios y todos los nudos a mis auriculares. Que eso antes lo hacía en el ascensor, pero durante esta fatídica época lo he tenido que hacer bajando las escaleras. Un deporte de riesgo. Más que nada porque si me llego a caer seguro que habría habido un obrero delante. Fijo.
Así que estoicamente aguanté el mes y medio de escaleras para arriba y para abajo, llegó el nuevo ascensor. Al principio solamente se veían las puertas azules, que no naranjas. Ya sin su cristal, de estas correderas sin otra puerta que valga que esa -No como mi ascensor naranja, que tenía la exterior, y la interior corredera-. Y ahí estuvo unos días hasta que de pronto ¡se hizo la luz!. Literalmente. ¿Qué coño han hecho con la luz del ascensor? Parece que vienen a buscar a ET. Ni despertador, ni café, ni agua fría, ni nada. La mejor forma de despejarse es entrar en mi ascensor. Por no hablar que con esa luz puedes verte defectos que ni sabías que podían existir en una cara.
También hay que destacar de mi nuevo ascensor, el que es pura tecnología del siglo XXI. Dentro tiene una pantallita pequeña, en la que sale el piso por el que vas, la dirección que llevas, alguna que otra noticia que todavía no me he detenido a leer - Obviamente, voy mirandome al espejo con cara de estupefacción- y la temperatura que hace ese día en tu ciudad. Vale. ¿Qué clase de inutilidad es esa? Para lo único que sirve es para joderte. Si hace más temperatura de la que esperabas te jodes, porque te has vestido de verano. Y si hace menos y vas más abrigada, te jodes. Porque ya no vas a subir para encima tener otro viaje para mirarte en el espejo ultrailuminado. No señor.
Pero lo mejor de la nueva tecnología de mi ascensor es que me habla. Y mucho. Porque dice todo lo que hace. Te habla cuando se están abriendo las puertas, cuando se están cerrando. En el piso en el que estás, si viene de subir o de bajar. Es que no se calla. Yo salgo y lo llamo y cuando llega, antes de que se abra la puerta ha dicho "subiendo,piso tres, abriendo puertas" cuando se abre la puerta te quema las retinas y entras como puedes, a tientas porque estas cegada momentáneamente por la luz de la tercera dimensión. Y claro, el ascensor vuelve a hablar y dice: "Cerrando puertas, bajando". Ya se que estoy bajando, le he dado al cero, y si estoy en el tercer piso, y le doy al cero, obviamente estoy bajando. Pero gracias por la aclaración. Creo que preveian que nos ibamos a quedar sin fotorreceptores con esa luz espantosa y por eso habla tanto. Para que no nos desorientemos. Pero nada, ni estando medio ciega dejas de verte en el maldito espejo que te hace parecer un figurante de The Walking Dead cuando tú creías que ibas más de Sexo en Nueva York.
Así que cuando por fín llega el ascensor abajo -"planta baja, subiendo, abriendo puertas"-. Ahí no sé por qué coño dice "subiendo" si yo estaba "bajando". Pero es que yo creo que mi ascensor va de por libre, totalmente. Yo no sé por qué no seguí bajandome andando, sinceramente.
Besos.
Mi ascensor molaba. Por fuera tenía esas clásicas puertas de ascensor naranjas, con su cristal alargado en el centro y su botón con luz naranja - todo muy naranja, lo sé- y por dentro era todo como revestido de madera, que me recordaba un poco a los decorados de Los Ángeles de Charlie - De la serie antigua, of course.- y los botones tenían ese encanto natural cuando estaban quemados y derretidos por los vándalos de mis vecinos que le daban ese toque gore "tan de mi ascensor". Pero sin duda lo mejor de mi ascensor era ese "pequeño" bote que daba cuando se paraba. Y digo "pequeño" por no decir "el salto de la grulla". Claro, yo ya estaba acostumbrada y era ya algo que no me sorprendía. Pero merecía la pena traer gente a casa por primera vez solo por ver sus caras cuando el ascensor llegaba a su destino, que más que parar en un piso parecía que estaba entrando en boxes.
Pero los tiempos cambian y como todo, mi ascensor tenía que cambiar y modernizarse. Así que nada, nos pusieron el cartelito de que a partir del 14 de febrero, y en el mes y medio posterior, no tendíamos ascensor. Bien. Yo vivo en un tercero -Aunque subo cuatro pisos,porque hay entresuelo-. Así que haceros una idea la gracia que me hizo a mi la broma. Porque a la subida y bajada de escaleras había que añadir los ruidos de 7.00 a 9.00 de la mañana y de 15.00 a 17.00 de la tarde. Sólo a esas horas, obviamente. Porque parece ser que es la "hora estipulada por los obreros para haber un ruido infernal en los portales". También se debe tener en cuenta la cantidad de obreros que me he ido cruzando a lo largo de los cuatro interminables pisos que me separaban de la calle cada mañana. Todo eso mientras le quitaba todos los lios y todos los nudos a mis auriculares. Que eso antes lo hacía en el ascensor, pero durante esta fatídica época lo he tenido que hacer bajando las escaleras. Un deporte de riesgo. Más que nada porque si me llego a caer seguro que habría habido un obrero delante. Fijo.
Así que estoicamente aguanté el mes y medio de escaleras para arriba y para abajo, llegó el nuevo ascensor. Al principio solamente se veían las puertas azules, que no naranjas. Ya sin su cristal, de estas correderas sin otra puerta que valga que esa -No como mi ascensor naranja, que tenía la exterior, y la interior corredera-. Y ahí estuvo unos días hasta que de pronto ¡se hizo la luz!. Literalmente. ¿Qué coño han hecho con la luz del ascensor? Parece que vienen a buscar a ET. Ni despertador, ni café, ni agua fría, ni nada. La mejor forma de despejarse es entrar en mi ascensor. Por no hablar que con esa luz puedes verte defectos que ni sabías que podían existir en una cara.
También hay que destacar de mi nuevo ascensor, el que es pura tecnología del siglo XXI. Dentro tiene una pantallita pequeña, en la que sale el piso por el que vas, la dirección que llevas, alguna que otra noticia que todavía no me he detenido a leer - Obviamente, voy mirandome al espejo con cara de estupefacción- y la temperatura que hace ese día en tu ciudad. Vale. ¿Qué clase de inutilidad es esa? Para lo único que sirve es para joderte. Si hace más temperatura de la que esperabas te jodes, porque te has vestido de verano. Y si hace menos y vas más abrigada, te jodes. Porque ya no vas a subir para encima tener otro viaje para mirarte en el espejo ultrailuminado. No señor.
Pero lo mejor de la nueva tecnología de mi ascensor es que me habla. Y mucho. Porque dice todo lo que hace. Te habla cuando se están abriendo las puertas, cuando se están cerrando. En el piso en el que estás, si viene de subir o de bajar. Es que no se calla. Yo salgo y lo llamo y cuando llega, antes de que se abra la puerta ha dicho "subiendo,piso tres, abriendo puertas" cuando se abre la puerta te quema las retinas y entras como puedes, a tientas porque estas cegada momentáneamente por la luz de la tercera dimensión. Y claro, el ascensor vuelve a hablar y dice: "Cerrando puertas, bajando". Ya se que estoy bajando, le he dado al cero, y si estoy en el tercer piso, y le doy al cero, obviamente estoy bajando. Pero gracias por la aclaración. Creo que preveian que nos ibamos a quedar sin fotorreceptores con esa luz espantosa y por eso habla tanto. Para que no nos desorientemos. Pero nada, ni estando medio ciega dejas de verte en el maldito espejo que te hace parecer un figurante de The Walking Dead cuando tú creías que ibas más de Sexo en Nueva York.
Así que cuando por fín llega el ascensor abajo -"planta baja, subiendo, abriendo puertas"-. Ahí no sé por qué coño dice "subiendo" si yo estaba "bajando". Pero es que yo creo que mi ascensor va de por libre, totalmente. Yo no sé por qué no seguí bajandome andando, sinceramente.
Besos.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)