Hola,
Puedes abrirlo, o no. Eso lo dejo a tu elección personal.
Mira, vamos a hacer un trato: Yo no te voy a decir cosas bonitas, ni haré malabares para coincidir contigo. Tampoco voy a darte una larga conversación, ni a enseñarte fotos antiguas de las que llevo guardadas en el móvil. No te voy a hacer preguntas incómodas, ni cómodas, ni retóricas. Puede que te diga de ir a tomar algo, una cerveza o dos, pero no voy a invitarte ni voy a dejar que me invites. Mientras nos contamos cosas sin importancia voy a sonreír con el botellín en mis labios, y bajaré mis ojos desde los tuyos hasta tu boca de una forma tan obvia, que el escalofrío que sientas en la nuca va a resbalarse por tu columna hasta llegar al taburete del bar.
Con cualquier excusa estúpida me voy a acercar a ti para que entiendas que no quiero ser tu amiga, que no tengo ninguna intención de meterte en esa zona, que nosotras pertenecemos a otra diferente; pero no voy a contarte nada de eso todavía. Porque ahora, mientras me levanto para hacer cualquier cosa que se salga del guión, voy a pasar mi mano por tu espalda como quien lo hace de forma natural y rutinaria con el resto de la gente, y eso te dirá más que ninguna de las cosas que te haya contado hasta ese momento con palabras.
Voy a tardar un par de minutos, el tiempo justo para que tú puedas coger tu móvil y pensar en escribirle a alguna amiga tuya que no sabes de qué voy, ni qué va a pasar, que ni siquiera sabes si quieres que pase algo; pero en realidad sí lo sabes. Que sabes que desde el primer momento que he puesto mi mano en tu cintura al presentarnos he querido agarrarte por la hebilla de tus vaqueros. Que sabes que mi sonrisa con los labios pegados al botellín la quiero reproducir en bucle en tu cuello, y en tus costillas, y debajo de tu ombligo. Que sé que no sabes cómo se llaman mis padres, ni el nombre que le pondría a mi perro, ni cual es mi color favorito. Pero que sí sabes que me encanta que me besen despacio y me empujen suavemente contra la pared. Y lo sabes porque te mueres de ganas de hacerlo, con esas ganas que sólo pueden venir de ese sitio en el que tú y yo ya nos hemos hecho todo lo que nadie se imagina. Ese sitio en el que ya te he dicho dieciséis mil doscientas trece cosas bonitas y en el que he hecho toda clase de malabares para coincidir contigo. Donde hemos tenido conversaciones tan largas como el recorrido de una espiral y te he enseñado todas las fotos vergonzosas de mi pasado para hacerte reír. Ese sitio donde ya nos hemos hecho preguntas incómodas, y cómodas, y retóricas y te he invitado a esa cerveza, y a las tres siguientes, y a conocerme y olvidarme de forma cíclica para sorprenderte cada día descubriéndome por primera vez.
Fíjate qué curioso, todo lo que nos ha pasado siendo unas completas extrañas.
Besos.
4 comentarios:
Guau, sólo eso...
Ualaaaaaaa!!!!!!.... de esto se enamora cualquiera, de esto o de una persona que escribe esto!!.. Touchéee!!!
Curioso blog, me quedo leyendote.
besos
Anoche me dormí escuchandote, increible.
Publicar un comentario