jueves, 11 de abril de 2013

El miedo

Hola,

Hoy vengo a hablar de temas trascendentales. Sí, me he levantado profunda y filosófica después de haber tenido un sueño erótico-festivo con una dibujante de cómics a la cual no conocía de nada, en cuyo estudio me colaba a cotillear - porque los cómics eran sobre mí, o algo así creo recordar - terminando con un encuentro tórrido en una litera. No, yo tampoco lo entiendo. Es la primera vez que sueño algo así con una desconocida. ¿Os imagináis que ahora me la encuentro en algún lado? JÁ, no me sorprendería en absoluto dados los últimos acontecimientos de mi vida. Pero vaya, que eso no es lo que yo venía a contar - simplemente tenía la necesidad imperiosa de compartirlo con alguien y era demasiado largo para ponerlo en un tuit -

Yo venía a hablar del miedo. El miedo es una emoción básica, de esa lista de emociones básicas que se representan en los libros con fotos de gente muy fea que desconocía el uso de la espuma para el pelo. El miedo es, para mí, la emoción más importante y más determinante en el ser humano; todo se mueve a partir del miedo - que seamos conscientes o no, eso ya es otro tema-.

Podría sentarme a escribir un ensayo antropológico para sustentar mi anterior afirmación, pero no me apetece una mierda, así que voy a ir directa a la cuestión: Yo siempre he tenido mucho miedo a muchas cosas. Desde las cosas más simples como cruzar la calle, a cosas más importantes como ser capaz de mantener conversaciones trascendentales con personas trascendentales. La chica tortuga era yo; cuando las cosas se ponían feas me escondía dentro del caparazón y esperaba a que  la tormenta terminara por cansarse. Pero entonces pasó algo y al meterme dentro del caparazón me mojaba exactamente igual que estando fuera. Y el viento me despeinaba, y al andar me saltaban las baldosas sueltas manchándome los vaqueros, y todas esas desdichas propias de los días de tormenta. Yo era la tormenta; y por primera vez no podía escapar de ella.

¿Qué pasó? que me acostumbré a la lluvia. Y aprendí a vivir con el miedo. Joder, vaya que si aprendí. El miedo me dominaba por completo como nunca antes había sido consciente. Seguro que os ha pasado alguna vez el estar, por ejemplo, haciendo el idiota en la silla de clase sobre las patas traseras, y en una milésima de segundo al impulsarte más de la cuenta, sentir como si fueras a caer hacia atrás justo antes de agarrarte a la mesa y evitarlo. Esa sensación; ese es el miedo. Lo que pasa es que para mí no fue una milésima de segundo, si no un año.

Ese año me ha cambiado. 2012 ha sido mi Master en miedo, y estos dos últimos meses han sido mis prácticas externas poniendo a prueba todo lo que había aprendido. El resultado no ha podido ser más revelador ni más positivo. Hasta yo me he sorprendido por mi forma de hacer las cosas, de pensar y de sentir. De pronto me he visto a mí misma con ganas hablar temas antes intocables con gente antes intocable, renunciando a cosas por mi propio bien, arriesgándome a otras a las que antes jamás me habría arriesgado, aprendiendo a decir que No y lo más importante: aprendiendo a no decir que No a las cosas inesperadas por el hecho de no poder controlarlas.

He dejado de intentar controlarlo todo y de intentar mantener todas las situaciones bajo control. He aprendido a salir sin saber cómo voy a volver a casa, ni con quién, ni a qué hora. A dejarme besar en mitad de un bar, a querer contarle al resto de mi familia que no tengo intención ninguna de echarme un novio y a dejarme sentir cosas por las personas. Porque no lo hacía ¿sabéis? siempre se quedaban ahí, detrás del muro. Y ahora sin embargo puedo notar como pasan y saludan, y me hacen reír - y me hacen llorar-

Me he descongelado. Ya no soy el cubito de hielo que era antes, lo sé. Ahora tengo la certeza de que voy a poder 'querer bien' y no solo 'querer' a alguien, y que no voy a tener miedo a las conversaciones trascendentales, ni al futuro, ni a tomar decisiones. De pronto he entendido que todo ese miedo ya no está, que se ha ido como se ha ido el hielo, y el dolor,  y la inseguridad. Y si tengo que ser sincera, he de admitir que nunca he estado tan bien emocionalmente. Ni para mí misma, ni para nadie. Ahora tengo miedo a otras cosas, pero ese miedo es de los miedos buenos; de los que te impulsan a hacer cosas y a seguir adelante, como el miedo que se tiene antes de caer en un montaña rusa.

En realidad, es bueno tener miedo.

Si no tuviéramos miedo, nunca tendríamos la oportunidad de ser valientes.




Besos

10 comentarios:

Sweety dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Marta dijo...

De mayor quiero ser como tú.

Anónimo dijo...

:-)

Anónimo dijo...

Yo estoy en ese proceso en estos momentos. Espero conseguirlo como tú :)

Anónimo dijo...

Creo que el miedo es algo innato en todas las personas. Nacemos con el aunque con el paso del tiempo lo vamos perdiendo porque nos damos cuenta de las cosas que nos perderíamos por culpa de tener miedo...pero bueno nunca es demasiado tarde para hacer las cosas como de verdad queremos hacerlas. Ya sabes tú, que no hay nada peor en la vida que perderla por miedo a vivir.

Unknown dijo...

O.O'
Entonces solo tienes que seguir teniendo miedo del bueno

PDT: Sorprendente escuchar como pierdes el acento andaluz cuando cantas, sorprendente tu voz ;)

http://www.youtube.com/watch?v=OES1Ghvnqdc

Otra personA dijo...

Si tu has podido, creo que tengo oportunidad... Sigo en "descongelamiento" ;)

Gracias.

lunáticasuicida dijo...

Pues que maravilla que hayas podido librarte del mal miedo, y hayas sabido enfrentarte.

Anónimo dijo...

Yo debería estar estudiando, y he llegado aquí. Y me he quedado un rato, leyendo. Pero aquí me tenía que parar porque cuando he llegado a esta parte "He dejado de intentar controlarlo todo y de intentar mantener todas las situaciones bajo control. He aprendido a salir sin saber cómo voy a volver a casa, ni con quién, ni a qué hora. A dejarme besar en mitad de un bar, a querer contarle al resto de mi familia que no tengo intención ninguna de echarme un novio y a dejarme sentir cosas por las personas" tenía que decirte que eso no lo consigue cualquiera y menos sola. Por suerte para mí, tengo alguien que intenta cada día matar el miedo(el mío, el nuestro)y lo consigue poco a poco, aunque por otra parte provoca otro miedo, el miedo a que un día no esté y yo no sepa qué hacer con él.
En fin, que ole tú!. Y que me encanta lo natural que lo cuentas todo (aquí o con la ayuda de la música)

Un beso de 'una fan'

Creyah dijo...

Ojalá conociera personas con tu profundidad emocional. No es el caso. Un placer disfrutar del blog