Hoy andando por la calle, (sí, cuando ando sola por la calle tengo la insana costumbre de pensar demasiado) me he acordado de muchas cosas, y de muchas etapas de mi vida. Me han venido a la mente los años que estuve jugando al baloncesto. Empecé a los seis años jugando en mi colegio, después, a los nueve aproximadamente, me llamaron para jugar en el club de mi ciudad, donde me pasaría los siguientes seis años de mi vida, entrenando tres días por semana y jugando cada sábado. Con esos años vinieron muchas cosas: muchas amigas muy buenas, viajes con los Campeonatos de Andalucía, muchas horas de cansancio, de no poder más y marearse, horas de fiestas, de salidas, romances aislados que mejor no comentar... Aprendí mucho, aprendí a tomarme algo verdaderamente en serio, y a madurar como deportista y como persona. Hubo momentos en los que pensé que podría llegar lejos, que mi destino estaría ligado al deporte...Lo dejé. Supongo que todo en esta vida tiene su fecha de caducidad, y aquella etapa se terminó.
Casi de forma paralela, me dio por tocar la guitarra. En mi casa todo el mundo tocaba dicho instrumento y a mi pues me apetecía aprender y aprendí. De ahí nació mi vena compositora (Mode Fran Perea ON) que sumado a mi alma torturada de adolescente gay encerrada en un armario y enamorada de su mejor amiga pues desembocó en mas de una treintena de canciones tristes y empalagosas que parece ser que a la gente le gustaban. A todas partes con mi guitarra, llegue a pensar que sí, que tal vez ese era mi camino, y que tal vez mi vida estaba ligada a la música. Sentimiento acentuado tras aprender a tocar el piano, otra de mis cabezonerías que al final, resultó. No con maestría, pero suficiente por ahora.
En todo ese apogeo musical en el que pareció que una musa se había instalado secretamente en mi habitación, salió también mi vena literaria...y sí, esa aún la conservo, aguardando el momento adecuado (Ya sabéis, algo que todo el mundo debe hacer antes de morir:Escribir un libro)
Y así, pasando por todo ese polifacetísmo que siempre me ha caracterizado, llegó el momento de escoger una carrera. Una opción de futuro que marcaría mi vida para siempre. Una decisión fulminante y definitiva que aunque no me diera pie a trabajar en dicha materia, marcaría mi futuro para siempre. Pensé en hacer magisterio de E.F (¿Y si mi vida estaba ligada al deporte?), pensé en hacer magisterio de música (¿Y si lo estaba a la música?), pensé en hacer filología hispánica (¿Y si estaba destinada a ser una escritora?) pensé incluso en hacer derecho (¿Y si me flipé viendo Ally McBeal?xD broma, broma.) Pero como podréis comprobar no terminé haciendo nada de eso. Terminé haciendo Psicología. Y la razón por la cual escogí esta carrera la ha dicho esta mañana un profesor mio en clase: "Los psicólogos nunca estamos seguros de nada"
Recuerdo algo que me dijo mi padre que no se me ha olvidado, y me lo dijo antes de terminar bachillerato: "Tú tienes que estudiar algo que te de de comer, para paralelamente, poder dedicarte a lo que de verdad te guste" Me gusta mi carrera, aunque no tenga muy claro a que dedicaré mi vida. Lo que sí se es que no me arrepiento de nada, ni creo que haya perdido el tiempo cuando pienso y miro atrás. A veces me miro y me cuesta trabajo reconocerme, incluso escucho canciones mías que compuse hace unos años y me siento como una extraña, como si ya no perteneciera a esa vida...Supongo que eso es lo que pasa cuando te vas haciendo mayor.
371'8
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