El inevitable paso de los años

Hoy, es el cumpleaños de mi tío. La verdad es que el evento en sí me da un poco igual, para que vamos a engañarnos. Pero a raiz de cumplir años, hoy a la hora de la comida, he asistido a una conversación de esas trascendentales que se tienen cuando uno cumple años y se da cuenta de que el camino que le queda es sensiblemente más corto del que ha recorrido.

Como ya me pasó ayer - esto lo contaré otro día, para no romper la bonito el momento - La conversación de la hora de comer de hoy ha ido bastante ligada a los pensamientos que he tenido esta mañana. Hoy he ido a clase de Experimental, una asignatura fea de mi carrera, a la cual no niego su utilidad, pero que se me hace realmente pesada e indigesta.
Yo siempre llevo las asignaturas de números a rastras. De primero a segundo llevé Análisis de Datos, de segundo a tercero Psicometría y de tercero a cuarto Experimental. Se que algo falla.
Pero gracias a Dios, los estudiantes de psicología de mi universidad hemos sido bendecidos con Belén, una chica que da clases particulares a grupos, y que debe andar ya montada en el dólar, porque prácticamente todos los alumnos de la carrera acuden a ella suplicandole ayuda durante todo el año.
Pues bien, como yo no podía ser menos, me preparé con ella Datos I, psicometría, y este año Experimental. Menudo rollo os he soltado para decir lo que iba a decir. Bueno, al grano. La cosa es que esta mañana, sentada en el piso de "La chica que se peleaba con el Muela" - otra historia - hemos dado la clase de experimental. Y me ha parecido pasmoso acordarme del verano pasado, de mí misma dando clases de psicometría, y darme cuenta de que ha pasado un año, un añazo entero desde entonces.
Después hemos ido a la biblioteca del parque. Otro retoooooooorno al pasado de tres pares de narices. No iba a esa biblioteca desde que me estaba preparando la selectividad. Es más, si os vais a las primeras entradas de junio del 2007, prácticamente las primeras del blog, veréis que es cierto.
Me he acordado entonces de mí misma, con mi libro de geografía, llevando la misma mochila que llevaba hoy, con 3 años menos, sin saber todavía muy bien qué iba a estudiar. Sin saber siquiera si aprobaría la selectividad. Y sintiendome tremendamente mayor por estar allí, con mi bandolera y mis descansos para la bolsa de patatas en las escaleras de la entrada.
Me acuerdo de que quería comerme el mundo, y que hoy, tres años después, apenas le he dado un par de mordiscos pequeños. Que sí, que he cambiado mucho físicamente desde entonces. Me he cambiado las gafas, el estilo de vestir, he perdido 10kg, me he cortado el pelo hasta límites insospechados y ahora me pinto las uñas - Esto es importante, aunque no lo creais -. Pero realmente sigo pareciendome mucho a aquella chica que creía que se comería el mundo. Sigo pensando que lo haré, pero he descubierto que las cosas pasan por alguna razón, y que lo mismo que no podemos evitar cumplir años, y hacernos viejos, lo que tenga que pasar pasará, y sea lo que sea a lo que estamos destinados habrá que hacerle frente.
Tal vez dentro de tres años siga teniendo este blog y vuelva a ver esta entrada y piense en todo lo que era ahora y lo que seré entonces. Y puede que tal vez para dentro de tres años le haya dado otro par de mordiscos al mundo, quien sabe. :)