Otro año que se acaba. En realidad hacer resúmenes del año me da pereza cada vez que llega este día. Más que nada porque la única idea que me asalta una y otra vez es: ¿Dónde está el 2010?. No me he dado cuenta de que se ha pasado el año. Ha sido como si durara un parpadeo, un flash, una movida de cola de oveja.
Sin embargo, tengo la sensación de que han pasado un millón de cosas, de que hace mucho tiempo desde que empezara Enero del 2010 y de que he cambiado, no se si para mejor o para peor (me inclino más para ésto último), pero he cambiado en definitiva.
La gente suele esperar el fin de año con ilusión, con emoción y con alegria, -esto ha quedado como una letra de villancico-. Pero yo soy de esa extraña raza de jóvenes que odian el fin de año. No me gusta absolutamente nada. Y lo peor es que cuando digo: No, yo esta noche no salgo, me miran como si se me hubieran aflojado las tuercas. ¿Tan raro es?. A mi, por norma general no me gusta salir de noche. No me gusta subirme a unos tacones a las doce de la noche, hacer botellón en un descampao' con más frío que escalando iglús, meterme en una discoteca abarrotada (donde habitualmente se te pega un tipo bastante pesado al que le da exactamente igual que le digas que eres lesbiana, hermafrodita, o que eres un hombre). Las copas a 6€ -Por Dios- y suerte si no te queman con un cigarro, pero ese es el menor de los males, porque el pestazo a tabaco que vas a echar toda la noche y al despertarte al día siguiente bien podría acabar con las aglomeraciones de un autobús.
Pues para mí el fin de año es eso, al cubo. Gente más borracha, más tacones, más frio, y más apelotonamiento. Eso sí, pagando una entrada de 50€ por garrafón, canapés fantasma -que nunca se vieron- y música repetitiva. Ojo, hablo desde mi experiencia - como podréis comprobar, nada satisfactoria- Supongo que habrá gente que se lo pasa teta en los cotillones, y yo lo respeto. Pero qué queréis que os diga, yo nunca me lo he pasado bien en un cotillón. Y lo peor es que miraba a mi alrededor y veía a la gente desfasada de la vida, cual Pocholo en Pachá y pensaba, joder, ¿será problema mío?
Así que para ahorrarme el mal rato, y el gasto innecesario de dinero, paso olímpicamente de las salidas nocturas de fin de año. ¿Sabéis cual sería mi plan perfecto?, una casa, con su chimenea. Un grupo de buenos amigos, buena música, vaqueros, cerveza, comida del mercadona, juegos de mesa y risas. Ese sería un buen fin de año para mí. Sí, lo sé. Soy una sosa y eso no lo va a cambiar ni siquiera el 2011. Nos vemos el año que viene.
Un beso
viernes, 31 de diciembre de 2010
lunes, 27 de diciembre de 2010
A la iglesia se le pira el panchito
La iglesia dice que se da más violencia de género entre parejas no-bendecidas-por-el-Señor. Que el maltrato a la mujer se da más en parejas de hecho, etc - estoy segura que le ha faltado un segundo para meter a los homosexuales en el saco -
No si ahora va a resultar que la bendición de la iglesia es como el escudo protector de Harry Potter. Lo que hay que oir.
Un beso
No si ahora va a resultar que la bendición de la iglesia es como el escudo protector de Harry Potter. Lo que hay que oir.
Un beso
viernes, 24 de diciembre de 2010
Feliz Navidad, y Felices 21...o eso espero
No me puedo entretener demasiado, es lo que tiene este día. Así que os deseo una buena noche, unas buenas gambas, mantecaos, sidra, peladillas, o si cenais con pizza, hamburguesa, o sucedáneos también.
Para mi la nochebuena no es solo nochebuena, porque sí, no tuve otro día para nacer. Viva el don de la oportunidad.
Un beso, y feliz navidad
Para mi la nochebuena no es solo nochebuena, porque sí, no tuve otro día para nacer. Viva el don de la oportunidad.
Un beso, y feliz navidad
domingo, 19 de diciembre de 2010
Se va acabando el año..otra vez
No es momento ni de reprocharme a mí mísma que no paso por aquí, ni es momento de ponerme a decir: venga, voy a actualizar todos los días. Porque los propósitos se hacen a principios de año, no a finales.
Así que no me voy a poner trascendental con este tema, y aunque uno de mis propósitos para año nuevo será pasar diariamente por aquí, confieso que los días que quedan de 2010 lo mismo no puedo dejarme caer caer mucho por estos lares. Porque estoy liada, mucho además.
La universidad, los regalos, las cenas navideñas, comidas, quedadas, y lios varios que me voy buscando yo solita que me traen un poco por la calle de la amargura. Y eso que tengo varios temas para comentar. Solo espero que no se me olviden para cuando tenga tiempo para sentarme y escribir.
Por ahora solo voy a comentar que ¡gané el concurso de LSBN! no quepo en mi de la felicidad, de verdad, ¡qué voy a tener una camiseta de LSBN! ¡Qué locura!¡Qué emocionante por Diooooos!
Volveré en breves, I promise
Un beso
Así que no me voy a poner trascendental con este tema, y aunque uno de mis propósitos para año nuevo será pasar diariamente por aquí, confieso que los días que quedan de 2010 lo mismo no puedo dejarme caer caer mucho por estos lares. Porque estoy liada, mucho además.
La universidad, los regalos, las cenas navideñas, comidas, quedadas, y lios varios que me voy buscando yo solita que me traen un poco por la calle de la amargura. Y eso que tengo varios temas para comentar. Solo espero que no se me olviden para cuando tenga tiempo para sentarme y escribir.
Por ahora solo voy a comentar que ¡gané el concurso de LSBN! no quepo en mi de la felicidad, de verdad, ¡qué voy a tener una camiseta de LSBN! ¡Qué locura!¡Qué emocionante por Diooooos!
Volveré en breves, I promise
Un beso
martes, 7 de diciembre de 2010
Ella
Ella se queja de que soy poco expresiva. De que tengo palabras para todos y no para ella. Y la verdad es que en cierto modo lleva razón. Seguro que de la gente que lee este blog, si no han indagado un poco en el pasado, ni siquiera sabrá que ella existe. Y es porque hace mucho tiempo que no aparece entre mis líneas.
Ella es mi otra mitad. Está lo que soy yo, y luego lo que soy a través de ella. Puedes tener un mejor amigo o amiga, pero nunca llegará a ese grado de unión y complicidad como el que llegas a tener con tu pareja, sobre todo si lleváis ya un tiempo, como es nuestro caso.
Tal vez el problema es que dada nuestra situación, que somos compañeras de clase, del mismo grupo de amigas, y que por mucho que nos pese, en nuestras casas no estamos fuera del armario, nos pasamos el 90% del tiempo actuando como si solamente fuesemos amigas. Creo que eso al final acaba pasando factura, al final nos acabamos acostumbrado a actuar así, y acabamos siendo eso, amigas. Pero ella no es solo mi amiga. Y no es solo mi amiga porque yo me muero solo de pensar que pueda irse con otra, y eso, sinceramente, no lo pensamos de nuestras amigas - Y si lo pensáis, convendría que os lo hicieseis mirar-
Llevo tanto tiempo sin hablar de ella tal vez porque últimamente mi forma de sentir, y mi forma de pensar no han sido sanas, o porque yo en todo mi ser no he estado sana. Y ella, al ser la persona que más cerca está de mí, ha sido la persona que más afectada se ha podido ver.
Ella me dice que no le digo que la quiero. Tal vez. Pero la quiero. La quiero por muchas cosas, tantas cosas como pájaros tengo en mi cabeza y que hacen que acabe fatal. La quiero porque siempre está ahí, porque nunca me deja de lado - bueno, obviemos el último encontronazo con sus hormonas, una dura batalla- y porque por muy mal que me porte, y por muy tonta que me ponga, ella siempre termina por perdonarme y consolarme cuando todo se derrumba a mi alrededor.
Hemos pasado por muchas cosas desde que nos conocimos. Buenas, malas, surrealistas y algunas rozando lo catastrófico. Incluso ha habido momentos en los que hemos dejado caer un poco la toalla. Hemos pasado por tanto que me cuesta trabajo recordar cómo era mi vida antes de que ella apareciera. Pero lo que sé es que cada vez que parece que la voy a perder, es como si todo dentro de mi empezara a romperse. Cuando siento que se cansa de mi, que se harta de mis tonterias, noto como si un agujero negro se abriera camino desde mi estómago a mis extremidades destruyendo todo a su paso. Y se que es por mi culpa, que la mayoría de las veces, por no decir todas, es culpa mía que estemos mal. Pero ella se mantiene ahí, sin moverse, sin dudar de lo que siente por mí cuando perfectamente podría coger y mandarme a paseo, y no tener que soportar mis tonterias.
Sé que la quiero porque cuando llega la calma, y no estoy enfadada, ni con ninguno de mis ataques extraños, lo único que me apetece es meterme en una cama con ella y acurrucarme con la nariz en su cuello, y sentir su calor, y su olor. Sé que la quiero porque no me imagino levantandome cada día sabiendo que cuando la vea no va a ser lo que es hoy para mí, sino una amiga más, una compañera más. Sé que la quiero cuando me pongo tan malísima al ver cualquier cosa que no me gusta, y que ella sabe qué es. Y sé que la quiero porque no me imagino queriendo a otra persona que no sea ella, ni puedo imaginarme que ella quiera a otra persona sin que me duelan hasta los huesos.
Ella se queja de que soy poco expresiva. Tal vez sea verdad.
Ella es mi otra mitad. Está lo que soy yo, y luego lo que soy a través de ella. Puedes tener un mejor amigo o amiga, pero nunca llegará a ese grado de unión y complicidad como el que llegas a tener con tu pareja, sobre todo si lleváis ya un tiempo, como es nuestro caso.
Tal vez el problema es que dada nuestra situación, que somos compañeras de clase, del mismo grupo de amigas, y que por mucho que nos pese, en nuestras casas no estamos fuera del armario, nos pasamos el 90% del tiempo actuando como si solamente fuesemos amigas. Creo que eso al final acaba pasando factura, al final nos acabamos acostumbrado a actuar así, y acabamos siendo eso, amigas. Pero ella no es solo mi amiga. Y no es solo mi amiga porque yo me muero solo de pensar que pueda irse con otra, y eso, sinceramente, no lo pensamos de nuestras amigas - Y si lo pensáis, convendría que os lo hicieseis mirar-
Llevo tanto tiempo sin hablar de ella tal vez porque últimamente mi forma de sentir, y mi forma de pensar no han sido sanas, o porque yo en todo mi ser no he estado sana. Y ella, al ser la persona que más cerca está de mí, ha sido la persona que más afectada se ha podido ver.
Ella me dice que no le digo que la quiero. Tal vez. Pero la quiero. La quiero por muchas cosas, tantas cosas como pájaros tengo en mi cabeza y que hacen que acabe fatal. La quiero porque siempre está ahí, porque nunca me deja de lado - bueno, obviemos el último encontronazo con sus hormonas, una dura batalla- y porque por muy mal que me porte, y por muy tonta que me ponga, ella siempre termina por perdonarme y consolarme cuando todo se derrumba a mi alrededor.
Hemos pasado por muchas cosas desde que nos conocimos. Buenas, malas, surrealistas y algunas rozando lo catastrófico. Incluso ha habido momentos en los que hemos dejado caer un poco la toalla. Hemos pasado por tanto que me cuesta trabajo recordar cómo era mi vida antes de que ella apareciera. Pero lo que sé es que cada vez que parece que la voy a perder, es como si todo dentro de mi empezara a romperse. Cuando siento que se cansa de mi, que se harta de mis tonterias, noto como si un agujero negro se abriera camino desde mi estómago a mis extremidades destruyendo todo a su paso. Y se que es por mi culpa, que la mayoría de las veces, por no decir todas, es culpa mía que estemos mal. Pero ella se mantiene ahí, sin moverse, sin dudar de lo que siente por mí cuando perfectamente podría coger y mandarme a paseo, y no tener que soportar mis tonterias.
Sé que la quiero porque cuando llega la calma, y no estoy enfadada, ni con ninguno de mis ataques extraños, lo único que me apetece es meterme en una cama con ella y acurrucarme con la nariz en su cuello, y sentir su calor, y su olor. Sé que la quiero porque no me imagino levantandome cada día sabiendo que cuando la vea no va a ser lo que es hoy para mí, sino una amiga más, una compañera más. Sé que la quiero cuando me pongo tan malísima al ver cualquier cosa que no me gusta, y que ella sabe qué es. Y sé que la quiero porque no me imagino queriendo a otra persona que no sea ella, ni puedo imaginarme que ella quiera a otra persona sin que me duelan hasta los huesos.
Ella se queja de que soy poco expresiva. Tal vez sea verdad.
domingo, 5 de diciembre de 2010
Las nubes
La lluvia habitualmente me pone nostálgica. El frío en sí. Supongo que el hecho de que anochezca a las seis de la tarde, y los rayos de sol brillen por su ausencia - paradoja donde las haya- me pone triste. Me apaga.
Me cambia el humor, el estado de ánimo. Aunque si he de ser realmente sincera, hace ya mucho tiempo que ni mi humor ni mi estado de ánimo son lo que solían ser. Ni yo misma soy la que solía ser.
Supongo que igual que un estudiante que termina medicina sabe con cierta seguridad qué le pasa cuando se encuentra mal por algún motivo, yo se más o menos por donde van los tiros. Pero tampoco eso me abre muchos más caminos que los que cualquier persona tiene.
No se en que momento empezó todo, ni qué pudo ser el detonante. Tampoco se que hacer para mejorar, para sentime mejor. Pero cada vez me cuesta más poner buena cara, sonreir y hacer como que no pasa nada. Cada vez me cuesta más trabajo levantarme de la cama y salir de casa. No puedo expresar lo que siento, porque ya no se si siento. El aplanamiento emocional se ha hecho real hasta un punto que ni yo conocía.
No se en qué momento empezó todo. Pero si se por qué estoy ahora mismo así. Entiendo que haya quien se canse de mi comportamiento, de mi forma de sentir, de mi forma de ser. No puedo reprocharle a nadie que se enfade y prefiera no hablarme. Ni si quiera yo se si quiero que me dejen de verdad, o si esto lo hago para demandar más atención. Ni yo misma se qué quiero. Y lo peor es que tampoco tengo ganas de descubrirlo. Lo único de lo que de verdad siento ganas es de meterme en la cama, taparme por encima de la cabeza y dormir durante días, coger mi resfriado y mi apatía y perderme del mundo un tiempo. Tal vez hasta que vuelva a salir el sol, quien sabe.
Un beso
Me cambia el humor, el estado de ánimo. Aunque si he de ser realmente sincera, hace ya mucho tiempo que ni mi humor ni mi estado de ánimo son lo que solían ser. Ni yo misma soy la que solía ser.
Supongo que igual que un estudiante que termina medicina sabe con cierta seguridad qué le pasa cuando se encuentra mal por algún motivo, yo se más o menos por donde van los tiros. Pero tampoco eso me abre muchos más caminos que los que cualquier persona tiene.
No se en que momento empezó todo, ni qué pudo ser el detonante. Tampoco se que hacer para mejorar, para sentime mejor. Pero cada vez me cuesta más poner buena cara, sonreir y hacer como que no pasa nada. Cada vez me cuesta más trabajo levantarme de la cama y salir de casa. No puedo expresar lo que siento, porque ya no se si siento. El aplanamiento emocional se ha hecho real hasta un punto que ni yo conocía.
No se en qué momento empezó todo. Pero si se por qué estoy ahora mismo así. Entiendo que haya quien se canse de mi comportamiento, de mi forma de sentir, de mi forma de ser. No puedo reprocharle a nadie que se enfade y prefiera no hablarme. Ni si quiera yo se si quiero que me dejen de verdad, o si esto lo hago para demandar más atención. Ni yo misma se qué quiero. Y lo peor es que tampoco tengo ganas de descubrirlo. Lo único de lo que de verdad siento ganas es de meterme en la cama, taparme por encima de la cabeza y dormir durante días, coger mi resfriado y mi apatía y perderme del mundo un tiempo. Tal vez hasta que vuelva a salir el sol, quien sabe.
Un beso
viernes, 3 de diciembre de 2010
Mi amiga C.
Llevo muchos días si actualizar -Ya he perdido la cuenta de las veces que he empezado así una entrada del blog - pero he estado bastante liada estas semanas. Pero hoy empieza el puente de la constitución, de la Inmaculada, o de lo que sea.
A lo largo de estos días me han pasado muchas cosas, muchas muy buenas, otras tal vez no tanto. Pero no voy a hablar ni de la manita de mi Barça, ni de las risas de la clase de farma, ni de los quebraderos de cabeza que nos está dando el viaje, ni de la venta de cajas de delicias navideñas, ni de mis problemas con mi madre.
Hoy me encuentro en un estado indefinido, ese que se te queda cuando no estás ni triste, ni agobiada, ni preocupada, ni alivida, ni alegre. Sino que es un poco de cada uno y te deja esa sensación de estar vacía y a la vez llena y sin saber qué prefieres en este momento.
Ella es una de mis mejores amigas. La conozco desde que tengo uso de razón y recuerdo como cuando éramos pequeñas nunca quería que la sentaran delante mio porque su mata de pelo rizado no me dejaba ver. Hemos sido compañeras de clase toda la vida, menos dos años de la E.S.O, mi amiga C. y yo hemos estado juntas. Con épocas mejores, y peores. Pero al final, ella siempre ha estado conmigo, y en los últimos años, se convirtió en quien es hoy, una de mis mejores amigas y de las pocas con las que sigo manteniendo contacto. En bachillerato se convirtió en uno de mis grandes apoyos y el viaje a Roma fue con ella, aunque vinieran el resto de mis amigas. Compartí autobús con ella, avión con ella, habitación con ella, la cuidé la noche que se puso con 40 de fiebre, y prácticamente pasé con ella todos los días.
Ella es prácticamente la única de todas "mis super amigas" que no ha salido de mi vida¿Por qué? pues porque mi amiga C. también estudia psicología. Tan solo que, por obra y gracia del abecedario, el turno de mañana terminaba en la letra L -la mia- y el turno de tarde empezaba en la letra M - la suya - Así que llevamos cuatro años siendo compañeras, aunque a lo lejos. Pero a diferencia de las que decían ser mis amigas, ella y yo no tenemos problemas con la distancia física. Y siento que la quiero tanto o más que cuando nos veíamos todos los días. Ella siempre está ahí cuando la llamo, siempre tiene una sonrisa cuando nos vemos, y un beso, y un abrazo. Podría decir que mi amiga C. es de esas amigas que tienen un lugar en mi vida para siempre, y es de esas que cuando dices: -Mi amiga C...- se te llena la boca y se te hincha el corazón.
¿Que por qué hablo de mi amiga C. esta noche?, porque hoy, mientras hablaba con ella por teléfono, el coche en el que iba con una amiga y con su novio ha tenido un accidente. Alguien se ha pasado de frenada en un atasco y los han alcanzado por atrás. O eso me ha parecido escuchar de la voz que llamaba a una ambulancia entre los gritos que oía a través del teléfono que se ha quedado descolgado. Me he pasado más de media hora colgada al teléfono. Los diez primeros minutos gritando para que alguien cogiera el móvil y me dijera que había pasado, cómo estaba ella, si estaba bien. Los siguientes me los he pasado llorando y escuchando como llegaba una ambulancia y cómo el personal sanitario hablaba con la gente. Parecía que ninguno de los tres tenía nada grave, podía oirlos hablar. He colgado, y he vuelto a llamar, dos, tres veces. Para que escucharan el teléfono y al menos lo recogieran. He llamado a su novio pero estaba comunicando.Normal. Al final he optado por mandarle un mensaje a ella diciendole que por Dios me llamaran cuando pudieran para saber cómo estaban. Cerca de dos horas después me ha llamado. Y con la voz temblorosa mi amiga C. me ha contado que han tenido un accidente, que estaba bien y que tenía solo una par de fracturas pequeñas.
Ahora tan solo tengo ganas de que vuelva aquí, poder ir a verla y abrazarla. Y decirle todo lo que la quiero, y que he pasado mucho, mucho miedo. Que no se que habría hecho si le llega a pasar algo más grave y que dará igual el tiempo que pase, que ella siempre va a ser una de esas amigas que me hinchan el corazón.
Un beso
A lo largo de estos días me han pasado muchas cosas, muchas muy buenas, otras tal vez no tanto. Pero no voy a hablar ni de la manita de mi Barça, ni de las risas de la clase de farma, ni de los quebraderos de cabeza que nos está dando el viaje, ni de la venta de cajas de delicias navideñas, ni de mis problemas con mi madre.
Hoy me encuentro en un estado indefinido, ese que se te queda cuando no estás ni triste, ni agobiada, ni preocupada, ni alivida, ni alegre. Sino que es un poco de cada uno y te deja esa sensación de estar vacía y a la vez llena y sin saber qué prefieres en este momento.
Ella es una de mis mejores amigas. La conozco desde que tengo uso de razón y recuerdo como cuando éramos pequeñas nunca quería que la sentaran delante mio porque su mata de pelo rizado no me dejaba ver. Hemos sido compañeras de clase toda la vida, menos dos años de la E.S.O, mi amiga C. y yo hemos estado juntas. Con épocas mejores, y peores. Pero al final, ella siempre ha estado conmigo, y en los últimos años, se convirtió en quien es hoy, una de mis mejores amigas y de las pocas con las que sigo manteniendo contacto. En bachillerato se convirtió en uno de mis grandes apoyos y el viaje a Roma fue con ella, aunque vinieran el resto de mis amigas. Compartí autobús con ella, avión con ella, habitación con ella, la cuidé la noche que se puso con 40 de fiebre, y prácticamente pasé con ella todos los días.
Ella es prácticamente la única de todas "mis super amigas" que no ha salido de mi vida¿Por qué? pues porque mi amiga C. también estudia psicología. Tan solo que, por obra y gracia del abecedario, el turno de mañana terminaba en la letra L -la mia- y el turno de tarde empezaba en la letra M - la suya - Así que llevamos cuatro años siendo compañeras, aunque a lo lejos. Pero a diferencia de las que decían ser mis amigas, ella y yo no tenemos problemas con la distancia física. Y siento que la quiero tanto o más que cuando nos veíamos todos los días. Ella siempre está ahí cuando la llamo, siempre tiene una sonrisa cuando nos vemos, y un beso, y un abrazo. Podría decir que mi amiga C. es de esas amigas que tienen un lugar en mi vida para siempre, y es de esas que cuando dices: -Mi amiga C...- se te llena la boca y se te hincha el corazón.
¿Que por qué hablo de mi amiga C. esta noche?, porque hoy, mientras hablaba con ella por teléfono, el coche en el que iba con una amiga y con su novio ha tenido un accidente. Alguien se ha pasado de frenada en un atasco y los han alcanzado por atrás. O eso me ha parecido escuchar de la voz que llamaba a una ambulancia entre los gritos que oía a través del teléfono que se ha quedado descolgado. Me he pasado más de media hora colgada al teléfono. Los diez primeros minutos gritando para que alguien cogiera el móvil y me dijera que había pasado, cómo estaba ella, si estaba bien. Los siguientes me los he pasado llorando y escuchando como llegaba una ambulancia y cómo el personal sanitario hablaba con la gente. Parecía que ninguno de los tres tenía nada grave, podía oirlos hablar. He colgado, y he vuelto a llamar, dos, tres veces. Para que escucharan el teléfono y al menos lo recogieran. He llamado a su novio pero estaba comunicando.Normal. Al final he optado por mandarle un mensaje a ella diciendole que por Dios me llamaran cuando pudieran para saber cómo estaban. Cerca de dos horas después me ha llamado. Y con la voz temblorosa mi amiga C. me ha contado que han tenido un accidente, que estaba bien y que tenía solo una par de fracturas pequeñas.
Ahora tan solo tengo ganas de que vuelva aquí, poder ir a verla y abrazarla. Y decirle todo lo que la quiero, y que he pasado mucho, mucho miedo. Que no se que habría hecho si le llega a pasar algo más grave y que dará igual el tiempo que pase, que ella siempre va a ser una de esas amigas que me hinchan el corazón.
Un beso
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