jueves, 23 de enero de 2014

Distancia de seguridad

Hola,


Dije que no iba a hacer un drama de todo esto. Dije que no quería extenderme, que no quería volver a vomitar todo lo que siento. Dije que esta vez no. Que esta vez pasaría la página en la que estábamos escribiendo todos nuestros planes y que no miraría atrás para poder mirar hacia delante.
Pero hoy es diferente. Hoy me apetece contarte algunas cosas. Esas que ya no te voy a poder contar cuando estemos en la cama sin hacer nada, o desayunando, o buscando cualquier rincón para besarnos en la calle.

Me apetece contarte que ya no te quiero. Sería más correcto decir que ya no quiero quererte, pero es que en realidad no te quiero. No se puede querer a alguien que no lucha por ti, que no se enfrenta a sus miedos, y que ni siquiera sufre al plantearse la posibilidad de perderme. No quiero querer a alguien así, y no lo voy a hacer; no lo hago. Vengo a contarte que ya no quiero enseñarte Irlanda, ni que duermas en mi cama, ni que me veas conducir por el otro lado. Que no quiero pasar el verano contigo, ni ir a la playa, ni bebernos esas cervezas a las nueve de la noche en cualquier terraza al sol. Que no quiero ver llegar el invierno contigo, ni que nos vayamos a Londres. No quiero pasar las navidades como habíamos hablado, ni sumar meses, ni hacer planes. No quiero que vuelvas a dormirte en mi cuello, ni quiero volver a hacer que te tiemblen las piernas; ni que lo hagas tú.

Esto se acaba aquí. Sin haber empezado. Por no haber tenido el valor suficiente de enfrentarte a ti para ganarme a mí - pero qué idiota soy; si ya me tenías ganada -. No me merezco no ser una prioridad, y no me siento una prioridad para ti. Tal vez un día te des cuenta de que todo esto que ya no quiero contigo era lo mejor que nos podría haber pasado a las dos. Que cuando te veas perdida y sola recuerdes que yo pude ser tu sitio en el que quedarte a vivir una temporada -o toda la vida-

Es una pena. Te podías haber llevado lo mejor de mí y has decidido no hacerlo. Supongo que lo guardaré en una caja esperando a que alguien vuelva a abrirla, y yo me deje convencer.

Aún así, ha sido bonito.

Supongo.

Sí.






Hoy no hay besos.

jueves, 16 de enero de 2014

Las cosas que.

Hola,

No quiero extenderme demasiado. No creo que merezca la pena exponer todo el drama, la pena, o el fin. No sé. Puede que las cosas de verdad tengan un principio y un final. Puede que la vida sea eso; episodios fugaces. Como las estrellas.




Besos.

sábado, 11 de enero de 2014

De miedos y otras cosas

Hola,


La navidad se ha acabado. Eso es un hecho. He vuelto a Irlanda y ya no hay adornos navideños, ya no se respira navidad en las calles. Es raro. Es medio triste. Al menos el sol se ha apiadado de mí y me ha recibido con los brazos abiertos. Como si supiera que necesito un abrazo urgente.

He pasado dieciséis días en España. Dieciséis, y si echo la vista atrás parece que han sido dos meses. Y ahora he vuelto y todo sigue igual. Es como si no me hubiera ido pero aún mejor. He vuelto con más confianza, con más tranquilidad, con las pilas cargadas de paciencia y con el corazón tan lleno, que dudé que me dejaran subirlo al avión. Pero también me he traído algo de España que no esperaba que se fuera a colar en mi maleta: el miedo.

Hace un tiempo que escribí que ya no tenía miedo -y hasta lo canté-. Que esa época de mi vida en la que lo tenía se había acabado, y que ahora me veía capaz de afrontarlo todo, de arriesgarme por todo, de asumir todas las consecuencias posibles. Y era totalmente cierto. Durante X tiempo no tuve miedo; era yo contra el mundo y me sentía totalmente capaz de ganar todas las guerras. Y fui extrañamente feliz en esa situación.

Ahora entiendo que si no tenía miedo era porque no tenía nada que perder. Y ahora...ahora es diferente.

Ahora siento cómo esa etapa se está cerrando despacio, como se cierran las heridas profundas. Siento como si lo cíclico de las cosas me estuviera devolviendo al punto de partida, preparándome para lo inminente, advirtiéndome con carteles luminosos sobre el peligro que corro. Y ahora, por primera vez en un año, tengo pánico absoluto ante la posibilidad de perder(nos).

Es curioso, porque nunca había tenido este miedo antes. Supongo que jamás fui tan vulnerable. Jamás me dejé llevar de esta manera. Supongo que es a lo que te arriesgas cuando sueltas las riendas; a que alguien tome el control y tenga la capacidad de destruirte.

Y joder, volvería a hacerlo mil veces.


Volvería a soltar las riendas para poner mis manos alrededor de su cintura.






Besos.







jueves, 2 de enero de 2014

2013+1

Hola,

Son muchas las peticiones que me han llegado para que haga mi resumen del 2013. Copón. Ahora me siento presionada. Pero bueno, lo iba a a hacer de todas formas, porque si algo ha sido el 2013, es un año para rememorar una y otra vez.

Podría decir que 2013 ha sido el mejor año de mi vida. Hasta la fecha al menos. Creo sinceramente que este año ha sido a la vez meta y punto de partida. Meta por haber cumplido un millón de propósitos y punto de partida porque he abierto un millón de frentes a cada cual mejor y más interesante.  De hecho, todo empezó a ir mejor a finales de 2012, pero no así. No como el 2013. Supongo que es verdad eso de que después de una racha muy mala viene una racha buena, o que cuando se cierra una puerta se abre una ventana. Y a mí me ha pasado.

Para mí todo empezó a cambiar cuando empecé a sonreír más y a pensar menos. A besar más y a preguntar menos, y a beber más y a arrepentirme menos. Y creo ahora soy una persona diferente. Ni mejor ni peor, porque sinceramente, he tomado decisiones buenas y otras menos buenas. Simplemente diferente.

Tengo un problema para redactar el 2013, de verdad. ¿Cómo hacer un resumen de dos vidas paralelas? supongo que podría hablar primero de mi vida a un lado del universo, y después de mi vida al otro lado.

Así que voy a empezar con mi vida a este lado del universo.

El año empezó todo lo bien que se puede empezar; yo, con mis planes habituales de fin de año: ninguno. Hace muchos años que no salgo en nochevieja. ¿Por qué? pues porque no tenía ningún plan que me llamara la atención, ni gente que me llamara la atención. Pero no os confundáis. De hecho a mí me gustaba eso de terminar la noche y meterme en la cama, y no tener resaca el día 1, y no pasar frío, y no dejarme 50€ de forma absurda.

Podría ponerme a concretar, porque acordarme me acuerdo de todo. Calendario me llaman. Acordándome de las fechas como si fuera una agenda andante. Pero no creo que nadie terminara de leer el tochazo, así que venga, va. Empiezo.

2013 me ha cambiado a todos los niveles. Ha sido EL año. Ha sido el año en el que he sido más valiente y el año en el que he sido más feliz. Porque sí, he sido tan feliz este año que no podría explicarlo con palabras. Puede que académica o laboralmente no haya sido un año brillante, pero eh, que me he sacado el First y llevo seis meses trabajando de Au Pair - que aunque no os lo creáis, es un trabajo -

Enero fue el preludio de lo que me esperaba, y febrero el pistoletazo de salida. Las mejores fiestas, el reencontrarme con gente que había estado antes en mi vida pero con la que no había tenido relación, los viajes, los planes inesperados, y el riesgo. 'Yo mataré monstruos por ti' en marzo; marzo, que fue la lluvia, el deshielo, la emoción debajo del ombligo, las borracheras, las despedidas de madrugada y las risas en las esquinas. Abril y sus planes de locura, gritar canciones de Love of lesbian, acabar en ciudades desconocidas, abrazar, reír y echar de menos. Mayo con sus reencuentros, su luz de primavera, sus cañas en los bares, sus momentos en la FNAC de Sevilla y sus planes descabellados. Junio, el mes de las decisiones, de la borrachera épica, de las despedidas temporales y de las despedidas definitivas. De los vacíos, de los llenos, de los cambios. Julio amaneció en otro país, el sol del Irlanda, lo verde, lo extraño, lo nuevo. ¿Difícil? mucho. Pero ya sabéis lo que dicen; si no cuesta trabajo, no merece la pena. Agosto echando de menos, con la lluvia, y Como nunca nadie. Septiembre y sus decisiones trascendentales. Octubre, volver a casa. Volver a mí. Volver a ti. Noviembre y sus planes; noviembre fue Amor. Y Diciembre; diciembre con su frío, sus luces, su olor a navidad. Diciembre con mis ganas de volver y tus ganas de encontrarme. Diciembre como broche de oro.

¿Sabéis qué pasa? que 2013 tiene dos problemas. El primero, que me han pasado tantísimas cosas que es imposible resumirlo sin extenderme hasta límites insospechados. Y el segundo, es que tengo la imperiosa necesidad de hablar de ella. Y no voy a detallar fechas, ni momentos, ni planes. No voy a contar con pelos y señales alguno de nuestros encuentros. Ni tampoco voy a describir cautelosamente cada segundo que he pasado con ella. De ella voy a decir que me encontró cuando mi sonrisa era más grande, mi corazón estaba más abierto, y mi cabeza estaba más amueblada. Voy a decir que desde que coincidimos por primera vez diciendo lo mismo al mismo tiempo supe que estaría loca por ella. Que jamás he sido tan valiente y tan imprudente a la vez, y que no me arrepiento de todas las veces que me he chocado contra un muro; porque ella siempre ha vuelto a rescatarme. De ella diré que me abraza y se me olvidan los pocos motivos por lo que debería alejarme, que me besa y ya no sé dónde estoy - y os juro que yo creía que eso era metafórico - y que cuando mete sus manos por debajo de mi camiseta me estalla el pecho entre sus dedos. Voy a decir que me descongeló cuando yo empezaba a pensar que dentro de mí solo había vacío y frío. Que me obligó a bailar en mitad de un semáforo en rojo y me besó en la calle, y que consiguió que me temblaran las piernas sin quitarme ni una sola prenda de ropa.  De ella tengo que decir que nunca se va. Que lo intenta, pero que nunca lo consigue. Que nos une ese hilo rojo invisible. Que tenemos ese lado del universo solo nuestro, al que cruzamos para volver a besarnos como si no lo hubiéramos hecho nunca y a la vez llevásemos haciéndolo toda la vida. Porque ella huele a casa, y cuando la abrazo y pongo mi nariz en su cuello, siento que es 'ahí' a donde pertenezco. Que ese sitio donde quiero a quedarme a vivir lleva su nombre y el mío escrito en dos latas de coca-cola y tiene las paredes blancas para pintar puertas que nos lleven al otro lado. Os voy a decir que ella me desordena y me convierte en caos y a la vez consigue que mis emociones sean tan fuertes como el tronco de un árbol. Que me incita a hacer locuras, a perder los miedos, a querer más y más, y no parar de querer. Que con ella nunca es suficiente y a la vez no se me ocurre qué más pedir, porque verla dormir es como poder respirar la suerte,  y que hacerla temblar es como tocar las nubes con los dedos. Porque ella ha conseguido que el verbo 'follar' me emocione, y que un 'te quiero' me encienda. Voy a decir que leerle en voz alta, y recitarle poemas de memoria mirándola a los ojos ha hecho que me explote el corazón, y que ha conseguido que no le tenga miedo a muchas cosas y que otras empiecen a asustarme. Porque ella ha unido las constelaciones de mi espalda después de besarme todas las estrellas, y me muero porque lo haga cada día antes de dormir.

De hecho, ella me ha dicho que en esta entrada debería hablar de las cosas que me han pasado este año. Y de hecho lleva razón. Pero joder, ¿cómo no voy a hablar de ella?


Así que hoy, este es mi resumen del 2013. Y qué queréis que os diga, a mí me parece que no ha quedado del todo mal.



Besos