Hacía muchos años que no sentía lo que he sentido hoy. Tal vez porque hacía muchos años que no ocurria lo que desencadena este sentimiento.
De pronto me he vuelto a ver a mi misma, sentada en el suelo con la espalda apoyada en el trozo de pared que hay al lado de mi puerta, poniendo mi oreja en la rendija que dejo abierta sutilmente. Lo justo para escuchar y no ser vista. Me he visto a mi misma, pequeña, como hace años. Asustada, como hace años. Triste, como hace años. Me he visto otra vez aguantando la respiración para no perder detalle de cada palabra, de cada cambio de volumen en las voces.
Y las horas pasan. Y el círculo de argumentos se vuelve a recorrer como un circuito sin fin, una espiral que no tiene un tope. Mismas palabras, mismos reproches, mismas acusaciones. Lágrimas. Pasos apresurados por el pasillo. El tintineo de unas llaves. El sonido de la puerta. Y el silencio. O tal vez solo la ausencia de sonido.
Besos
2 comentarios:
Eso de lo que creo que hablas... lo viví hace y durante años... y a veces hoy en día me parece volver a lo mismo... incluso sentirlo de la misma manera... como una niña...
Un abrazo. Espero que la situación mejore...
La entrada que mas me ha gustado, una seguidora
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