lunes, 24 de agosto de 2009

El tiempo cura, pero las cicatrices no se van

Hoy he vuelto a llorar. Sí, ya dije que yo soy muy de llorar con todo, y hoy lo que a conseguido hacerme llorar es una cancion. Soy un ser sensible que le vamos a hacer. Pero la canción me ha tocado la fibra y no he podido evitar, y se me ha hecho un gran nudo en la garganta mientras la escuchaba.

No puedo decir que me siento totalmente identificada con la cancion, pero el mensaje en sí es algo con lo que nos podemos identificar todos los que hemos perdido a alguien realmente importante en nuestra vida. Yo este año he perdido a alguien muy importante, mucho. Y lo peor es que hoy, exactamente siete meses después de que el 24 de Enero viera como cerraban su lápida en la que fue mi primera visita a un cementerio,todavia siento como si me apretaran los pulmones de todo lo que me duele que se haya ido. Y supongo que me duele tanto porque me quedé con la sensacion de no haberme despedido, y de que se fue sin que le dijera cuanto lo quería y lo importante que había sido en mi vida, aunque creo que eso él lo sabía. No me porté exactamente bien cuando llegó el final, por cobardía, por inmadurez, o simplemente porque no quería que la última imagen que me quedara grabada en la memoria fuera postrado en una cama o tras el cristal de un tanatorio, pero aún me pregunto si eso fue lo correcto, y si no debería haberle demostrado que estaba ahí mientras el se iba marchando. Pero como muchas cosas de las que hay en mi vida, es algo con lo que tendré que vivir para siempre.

Ayer cuando volví al campo, a la que era su casa, no entré como solía hacerlo para verlo sentado en su sitio de la mesa del salón con el tenis puesto mientras leía el periodico y se tomaba sus patatas y su cerveza. Y me di cuenta una vez de que nunca nada volvería a ser como antes. Y pasee un rato por el carril de esa urbanización y vi como el campo de Clara estaba totalmente a oscuras: otra casa vacía, otra persona que se fue. Y como la casa de Jose Luis también lo estaba: el tambien se ha ido. Y me invadió una sensación de tristeza al darme cuenta de que sí, que la gente se va y que eso se puede respirar en el aire.

Todos cambiamos un poco cuando perdemos a alguien, porque inevitablemente esa persona que se va se lleva una parte de nosotros, y ese vacío solo podemos llenarlo con los mejores recuerdos que nos queden de nuestra vida con ellos. Yo os aseguro que tengo cientos y cientos, y que aún asi no terminan de ocupar el vacío tan grande que ha dejado en mi.

Una persona muy importante (mucho) me dijo que a veces soñamos con personas que se han ido para decirles cosas o que nos digan cosas que no dijimos y nos quedaron por decir. Yo soñe con él. Soñe que me sentaba en sus rodillas, lo abrazaba y le decía muchas muchas veces que lo quería, y que sentía no haberme despedido antes. El me abrazó y yo me desperté.

Abuelo te quiero, siempre te echaré de menos.

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