miércoles, 25 de junio de 2014

Un año que pesa 50kg

Hola,

He superado el bache del domingo. El universo es sabio, y me dio un lunes de risas, conversaciones de las que llenan, y un rato de baloncesto a esa hora en la que la luz es más bonita que nunca. Kenmare es precioso cuando sale el sol, y lo es aún más cuando se esconde; y ahí estaba yo, haciendo una de las cosas que más feliz me hacen en el mundo, a la hora que más feliz me hace, y compartiendo esos últimos momentos de felicidad con gente que me ha dado mucho a cambio de muy poco.

Había olvidado lo bonito que es sentirse parte de 'algo'. Compartir el sufrimiento, la superación, las victorias y las derrotas. El reírse de uno mismo, y el castigarse por no haber dado lo suficiente. No sabía que echaba tanto de menos tener un equipo. Ni recuerdo haber sonreído tanto jugando al baloncesto como lo he hecho aquí. De hecho no recuerdo haber sido tan feliz jugando como lo he sido con los Kestrels, y creo que nunca podré agradecérselo lo suficiente.

Se me acaban los días aquí, y la verdad, me apetece volver. Ya he limpiado a fondo mi habitación, llenado una maleta de 20kg, y otra media, y organizado el resto de cosas que tengo que guardar. Un año de mi vida en 50kg.

Las estanterías empiezan a vaciarse y el armario sólo tiene dos camisas y dos vaqueros. Los cajones están todos vacíos excepto uno en el que guardo las pocas camisetas que voy a usar esta semana, y de mi puerta cuelgan las dos únicas chaquetas que uso a estas alturas. Sin embargo las fotos, los dibujos, y los regalos siguen todos fuera. Supongo que quitar todo eso, y guardarlo, implica realmente el final, y por tanto se merecen estar ahí hasta el final. El sábado lo quitaré todo y lo guardaré, y las paredes volverán a estar blancas tal y como cuando llegué. Y entonces sí, se habrá acabado y esta no será más mi habitación.

Es triste, pero es bonito. Me voy con la sensación de haber hecho las cosas bien. De haber sido feliz. De haber dejado algo de mí a lo largo estos doce meses. Hay etapas que tienen que acabarse porque toca empezar otras nuevas, y supongo que este es realmente el momento de pasar página y avanzar.

Me quedan tres días en Irlanda. Tres días para averiguar cómo voy a volver a mi vida causando el menor daño posible.

Estoy intrigada por saber cómo será el siguiente capítulo.

Un beso.

domingo, 22 de junio de 2014

El principio del fin

Hola,

Los domingos no son bonitos. No os dejéis engañar. Los domingos son días tristes. Y melancólicos. Los domingos son el preludio del lunes, y el fin de final de la semana. Otra semana más que se acaba.

En condiciones normales sí, sería 'otra' semana más que se acaba. Pero en este caso no; para mí esta no es 'otra' semana. Este no es 'otro' domingo triste más. Para mí este es 'El' domingo triste.

Vamos a achacarlo a una conjunción de desafortunadas circunstancias. Vamos a decir que estoy premenstrual, que estoy de resaca y que mis reservas de serotonina aún están en números rojos. Vamos a decir este es mi último fin de semana en Irlanda y que cuando vuelva tampoco voy a tener vacaciones - aunque cualquiera se queja ahora por tener un trabajo -. Vamos a decir que hoy he empezado a hacer las maletas y que hacer maletas siempre tiene ese nosequé que me pone triste. Vamos a decir que anoche le dije adiós a mi mejor amiga en Kenmare y no sé cuándo volveré a verla. Por poder, podemos decir muchas cosas, la verdad.

Pero la cuestión es que estoy teniendo uno de los domingos más tristes que recuerdo. Que he perdido la cuenta de las veces que he llorado hoy y que sospecho que no va a mejorar durante el resto de la semana.

Ya sé lo que todo el mundo me dice, que vuelvo a casa, que es verano, que me lo voy a pasar genial. Que ha sido una gran experiencia y que me quede con las cosas buenas. Todo eso lo sé. Pero también sé que soy muy buena en lo que hago aquí. En todo lo que hago aquí. Y me da un miedo terrible volver y descubrir que no soy igual de buena en nada más - y esto se puede aplicar a tantos ámbitos de mi vida que da miedo -

Tal vez lo único que necesito es que me abracen fuerte y me digan que todo va a salir bien aunque no sea verdad. Sólo quiero dejar de estar tan triste cuando tengo tantos motivos para ser feliz. Pero bueno, supongo que mañana todo será un poco mejor y más fácil.


Aunque mañana sea lunes.




Besos.

martes, 10 de junio de 2014

El tiempo de todas las cosas

Hola,


El tiempo es algo curioso. Es eso que dicen que lo cura todo; y yo pensando que eso lo hacía el Dalsy. Pero ahí está; incasable, pasando sin detenerse un segundo a esperarnos por si acaso nos quedamos atrás. Está ahí para darnos una patada en el culo si nos quedamos rezagados, para consolarnos durante todos esos días en los que llorar es más fácil que todo lo demás, y para meternos miedo cuando encara una cuesta sin frenos y lo vemos volar a la velocidad de la luz.

El tiempo es el mejor profesor que he tenido. Me ha enseñado a esperar, a no desesperar, y a entender. A veces miro atrás y pienso que de no haber sido por él, hubiera muerto en una de esas miles de guerras en las que me creí soldado de primera línea. Pero no; ahí estaba él, pidiéndome que no me muriera aún. Que las mejores cosas llegan como llegan las primeras gotas de las tormentas de verano: de la nada y sin avisar.

Recuerdo haberle implorado que corriera. Que me permitiera cerrar los ojos y abrirlos cuando hubieran pasado tres meses y todo aquello hubiera dejado de doler. Pero no cedió; me obligó a vivir todos y cada uno de los días que me correspondían. Y aquí sigue, haciéndolo. Supongo que con algún motivo concreto. Supongo que si no me ha dejado morir es porque tiene un plan para mí. Esa es la conclusión a la que llego cada vez que pienso en por qué el tiempo me dejó salir de aquella pena.

Y así, con el tiempo, me hice más fuerte, y más grande. No diré que más lista, pero sí más valiente. El tiempo me enseñó que no siempre consigues aquello por lo que luchas, pero que eso no hace la lucha algo carente de sentido. Y me enseñó que a veces también se gana. Que así como hay cosas que acaban, hay otras que empiezan, y que todo pasa cuando tiene que pasar. Sin acelerar o aminorar el paso, simplemente sin parar de andar hacia delante.

Desde que tengo uso de razón, o más bien, desde que recuerdo ser verdaderamente consciente de la existencia de la muerte, he tenido la misma sensación de angustia respecto al tiempo. Siempre me he imaginado siendo mayor, mirando atrás, y arrepintiéndome de haber desperdiciado los mejores años de mi vida. De haber desperdiciado ese tiempo que no voy a volver a vivir jamás. Y no os voy a engañar, esa angustia sigue apretándome el pecho de vez en cuando. Cuando pienso en todo lo que he vivido y los amigos con los que ya no hablo, y todo parece una vida ajena.

Supongo que es lo que pasa cuando te haces mayor. O tal vez es lo que pasa cuando de pronto eres feliz y no quieres que se pasen los días sin haberlos aprovechado. Y eso es lo que me aprieta el pecho ahora, que sé que ya sí es hora de volver. Que mi tiempo aquí ha terminado, y que el que me espera allí está mirando el reloj preguntándose por qué estoy tardando tanto en llegar.

Ahora sólo quiero que los días pasen rápido. Agobiarme haciendo maletas y llorar en todas y cada una de las despedidas.

Es hora de irme.

Es tiempo para volver a casa.




Besos.

viernes, 30 de mayo de 2014

Día cualquiera, d. E.

Hola,


¿Alguna vez habéis mirado a alguien y habéis sentido que estabais en el lugar correcto y en el momento adecuado? ¿Ese instante en el que simplemente sabes que ya nunca más vas a ser la misma, que nunca más vas a volver a sentirte como hasta ese momento? ¿Cuando sabes que ahora, los días los vas a contar desde el día que te sonrió en adelante como se cuentan los siglos antes y después de Cristo?

¿Os ha pasado alguna vez?



Besos.

lunes, 19 de mayo de 2014

Cómo ser yo

Hola,

Llevo una temporada algo trascendental. Planteándome cosas respecto a mi vida, y a la vida que os enseño aquí. Hace unos días eché el cierre personal al Ask, porque sinceramente, las cosas estaban ya saliéndose de madre allí, con todo el mundo creyéndose en posesión del derecho a conocer cada mínimo detalle del desarrollo de mi vida privada. Así que no. Se acabó. Fin.

Podríais decir que me lo he buscado. Que yo he expuesto mi vida de esta manera y que ahora estoy recogiendo los frutos. Probablemente haya gente que lea esto y piense - tenía razón - y no pasa absolutamente nada. Si algo he aprendido en estos últimos años es a no tener miedo de admitir mis errores, ni de admitir que otras personas han tenido razón y yo no. No soy una persona excesivamente orgullosa, ni cabezota, ni obstinada.

Pero sí, supongo que ha llegado el momento de empezar a pensar un poco más en qué quiero que se sepa de mí y qué no. Las cosas solamente leídas pueden interpretarse de mil maneras. La gente puede hilar, y montar sus propias teorías que de hecho pueden no tener nada que ver con la realidad. Y no sé si me apetece estar metida en ese torbellino de chismorreo y frustración. No, porque ya no estoy sola, y no tengo que mirar única y exclusivamente por mí.

Creo que las personas somos algo más. Creo que un acto concreto no nos define, y que un texto, un vídeo o una canción no refleja al 100% la realidad de una relación. O de un sentimiento. No quiero que se me juzgue a través de lo que yo he considerado 'hacer algo bonito con lo que siento', ni que se me tache de nada, ni que se dude de mi veracidad a la hora de expresarme. No quiero que se piense que voy por ahí dando todo el amor del mundo a alguien para luego cambiar de recipiente, porque eso es absolutamente mentira. Y es por eso y por muchas cosas, que he entendido que si le das el poder a la gente para juzgarte, en cuanto tengan la más mínima oportunidad lo van a hacer. Y no te queda más remedio que apechugar con el asunto.

Y no sé, qué queréis que os diga; creo que sólo vine aquí para aprender a ser yo.



Besos.

jueves, 15 de mayo de 2014

Seis

Hola,

Quedan seis. Solo seis semanas para volver a casa. Quien dice seis dice cuatro, porque dos de esas las pasaré 'de vacaciones'. No queda nada. Qué miedo. Qué vértigo. Qué sensación en el estómago. Y es que ahora paso por todas partes y pienso en ese día que lo haga por última vez. La última vez que vaya a PF's, el último tikka masala, la última media pinta, la última puesta de sol en las estatuas, el último 'Morning' entrando tarde en la cocina, el último 'nite-nite' antes de irnos a dormir, el último abrazo de Pauline. Eso. El último abrazo de Pauline.

Anoche estaba sentada en mi cama, justo antes de que se fueran a dormir, cuando escuché a Ali decirle a su madre: ¿puedo ir a darle un beso y un abrazo a Rocío?, a lo que Pauline contestó que claro, que sí que podía. Acto seguido Alison le pregunto: ¿por qué no le das tú un beso y un abrazo? y escuché cómo Pauline se reía con cariño sin contestarle. Yo también me reí así, y no sé por qué me puso un poco triste pensar en nuestra despedida.

Siempre he hablado de los niños, pero nunca he hablado de ella. De mi 'madre'. Cuando eres aupair en realidad el 90% de tu relación profesional es con la madre de los susodichos, y yo he pasado mucho tiempo con Pauline. Me cae bien, y yo le caigo bien. Esa es una buena base para toda convivencia, sobre todo cuando no os conocéis de nada y tiene que dejarte a sus hijos. Recuerdo el primer día que la vi nada más aterrizar en Irlanda, con sus vaqueros y sus converse, dando saltitos en el aeropuerto con un cartel que llevaba mi nombre. Recuerdo lo bien que olía cuando me dio el abrazo de bienvenida, y cómo ese olor me acompañó prácticamente todo el primer mes - hasta que me acostumbré a su presencia y ya no lo percibía - .

Ella dice de mí que le doy paz. Que el resto de las aupairs la estresaban de alguna forma, y que conmigo todo es fácil y sencillo. Me ha abrazado al decirme adiós cada vez que me he ido, y siempre me ha pedido que vuelva. Me ha deseado suerte en todos los partidos que he jugado, y me ha preguntado qué tal me ha ido en cada cosa que he hecho. Me ha obligado a salir de fiesta, y se ha preocupado al verme llorar. Me ha llevado al médico, traído el desayuno a mi cuarto y cambiado las sábanas de mi cama cuando he estado mala, y me ha abierto una cerveza para decirme que no pasa nada por haber roto el faro trasero de su coche, mientras me contaba que su primer coche había sobrevivido a una inundación para hacerme sentir mejor. La he recogido de borrachera después de esperarla media hora en la puerta del bar. Le he hecho un regalo para el día de la madre y ella me lo ha hecho a mí, y hemos sufrido ataques serios de risa montadas en el coche al casi atropellar algún que otro animal salvaje - y bueno, podría seguir así un buen rato -

Si a alguien le tengo que dar las gracias por haber sobrevivido a esta experiencia, y además haberlo hecho siendo feliz, es a ella. Y cuando llegue el momento se lo diré, aunque me ponga a llorar en mitad del discurso. Y de verdad, si alguna vez sois aupairs, ojalá y os toque una familia como la que he tenido la suerte de tener yo. De verdad.


Un beso.

lunes, 12 de mayo de 2014

Algunas cosas que me hacen feliz

Hola,

El café cada vez más cargado. El sol, el olor del mar, y los besos que parece que no terminan. El helado en primavera. El sonido de su risa a cientos de kilómetros. La luz cuando atardece, el frío, y los abrazos por la espalda. Conducir deprisa. Despertarme en mitad de la noche, mirar el reloj, y darme cuenta de que me queda toda la vida para quererla. El olor de la lluvia. El sonido de la lluvia. La lluvia. Las cervezas en botellín. Lo baños de los bares. Los besos en la sien y las marcas en el cuello. Su olor en mi ropa. Los planes. El miedo. Y cuánto miedo, joder. Pero. Su forma de sonreír. Y de mirarme. Y de hablarme antes de dormir. Sus ganas de encontrarme y de quedarse. De no querer perderme. Y la cerveza fría en verano. Las carcajadas y los domingos sin salir. Sus manos y lo que las siguen. Ella. Es que ella. De entre todas las cosas posibles. Aquí. Conmigo.



Besos.

domingo, 4 de mayo de 2014

La pregunta del domingo.

Hola,

¿Sabéis? no soy tan buena como parezco. Pero os juro que lo intento. Prometo que me esfuerzo por creerme alguien íntegro, honesto y coherente. Pero he cometido tantos errores que no me caben en las manos, y la verdad, a día de hoy no me arrepiento de ninguno de ellos.

Se me podrá tachar de hipócrita. De oportunista. De manipuladora. Y tal vez todos esos calificativos oculten algo de verdad. Podrán contar de mí que siempre sonrío mientras destrozo vajillas enteras, o que no digo lo que realmente pienso mientras comparto unas cañas. Dirán que mis intenciones nunca fueron buenas, que no doy puntadas sin hilo y que no dejo nada a la casualidad. Y todo eso sería cierto - en parte -.

Dirán que soy demasiado seria y que me preocupo demasiado. Que no tomo decisiones precipitadas; que no me dejo llevar. Puede que cuenten que voy por ahí rompiendo corazones a diestro y siniestro, y que cambio de amor como quien se cambia de vaqueros. Y puede que lleven razón. O no.

Estos días tengo una mezcla importante de sentimientos. Pero supongo que uno de los predominantes es la frustración.

¿Se puede ser una frustrada feliz?



Besos

martes, 15 de abril de 2014

Vuelvo a casa.

Parecía que no iba a llegar nunca.

viernes, 4 de abril de 2014

Lo extraño

Hola,

Viernes atípico. Parece sábado y no lo es. Ojalá fuera sábado. Sería un día menos. O un día más. O simplemente sábado. Pero no sería hoy. No sería un viernes raro. Y el frío. Y el viento. Y este resfriado eterno pegado al pecho. Ojalá fuera sábado. Y no este. Si no el que viene. Tal vez dormir. Y soñar. Y no querer salir de la cama hasta dentro de-. Ojalá. Ojalá no sintiera el frío. Ojalá estuviera más abrigada. Y no tiritar. Y entender qué significa todo. Es viernes. Y no es un viernes común. Ni yo estoy siendo común. No sé. Tal vez dejé de serlo hace tiempo. Y ojalá no volver a serlo.



Besos.

martes, 25 de marzo de 2014

30 cosas que he aprendido estando fuera de casa.

Hola,


1. No valoramos lo suficiente la comida de nuestra madre
2. El sol español no es comparable al sol irlandés.
3. También te puedes cansar de comer pasta.
4. Conducir por el otro lado está mejor pensado para la gente diestra.
5. Aquí no han llegado los arcenes.
6. En España la gente no tiene paciencia para conducir.
7. La lluvia no es tan mala.
8. Ahora entiendo por qué mis padres me decían 'No'.
9. Ser madre te deja sin tiempo para vivir.
10. Nunca dejes para luego algo que puedas hacer inmediatamente.
11. Tengo más claro el concepto de 'amor'.
12. Es muy caro eso de mantener un coche.
13. La gente que está de verdad en tu vida no se mueve aunque estés lejos.
14. La gente que no estaba de verdad en tu vida te demuestra que mejor lejos de ti.
15. Algo extraño pasa con la electricidad en este país.
16. Coger aviones sola no es ninguna afrenta épica.
17. Madrugar no mata.
18. Mi paciencia es limitada.
20. Tengo un problema de adicción a los huevos Kinder.
21. Las tapas con las cañas son el mejor invento del universo.
22. Me he tragado mis palabras respecto a varios aspectos emocionales de la vida.
23. He aprendido a hacer maletas.
24. El agua de la lluvia realmente hace que te crezca el pelo.
25. Ahora entiendo por qué todos los extranjeros están tan blancos.
26. He aprendido a valorar la compañía de la gente adulta.
27. He sido valiente.
28. Me he encontrado a mí misma.
29. He encontrado cosas maravillosas.
30. Quiero volver a casa.




Besos.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Papá

Hola papá,

Sé que no vas a leer esto. Que este es uno de esos sitios que mantengo escondidos de vuestros ojos, pero aún así quiero dejar esto aquí, porque creo que es un sitio en el que he dejado muchas cosas importantes, y creo que esta es una de esas cosas.

Papá, lo primero que debería decirte es 'felicidades', pero de hecho lo primero que me sale decirte es 'gracias'. Gracias papá, primero por haberme dado la oportunidad de vivir, y segundo por haberme ayudado a hacerlo siempre. Gracias por haber sido duro conmigo, por mirarme de esa manera que no me dejaba contestar y por no haberme dejado descarrilar. Gracias por haberte reído conmigo, por haberme escuchado siempre, por haberme apoyado y aconsejado con lo que tú creías que era lo mejor para mí. Gracias Papá por no darme la espalda nunca, aunque no llevara toda la razón del mundo. Gracias por ser esa persona a la que siempre recurro cuando tengo un problema y que de hecho lo soluciona - a menos que sea tecnológico - Gracias por cosas simples como llamar por las noches para traernos cena del burguer, por esos partidos de la Champions los miércoles y por esos días comentando programas a la hora de la cena. Gracias por llevarme a todas partes, por recogerme cuando te llamo a las ocho de la mañana en un cotillón, por bajarme a la Universidad cuando no me daba tiempo a llegar, y por solucionar mis mil y un problemas burocráticos. Por no dejarme nunca a mi suerte pero a la vez darme el espacio suficiente para equivocarme y aprender. Gracias papá por abrazarme como lo haces, y por decirme te quiero tantas veces. Gracias porque sé que no habrá persona en el mundo que me quiera tanto como tú durante tanto tiempo - vale, aquí metemos a mamá - y gracias por demostrármelo siempre.

Este año me he perdido tu santo, tu cumpleaños, y tu día, y ya que las ganas de volver están empezando a apretar, me he dado cuenta de lo mucho que echo de menos todas esas cosas simples que antes tenía todos los días. Y lo importantes que son para mí. Por eso quiero decir todo esto, porque te quiero mucho papá, y una vida entera no va a ser suficiente para agradecerte todo lo que has hecho por mí.

Gracias por ser como eres, por haberme hecho ser quien soy, y por seguir aquí conmigo.



Gracias papá.




Besos.

martes, 18 de marzo de 2014

Dieciséis

Hola,

Hoy es martes, hace sol y estoy sola en casa. Es curioso, siempre me he puesto relativamente triste en martes desde que estoy aquí. Pero hoy simplemente creo que estoy de resaca emocional - y de la otra también-

Siempre lo he dicho; venirme aquí ha sido la mejor decisión que he tomado nunca. Irlanda, Kenmare, mi familia irlandesa y la gente que he conocido me han dado lo que necesitaba en este momento de mi vida, y ahora creo que soy una versión mejorada de la chica que llegó aquí hace casi nueve meses. Sin embargo, ahora que se está viendo el final es como si el cansancio se empezara a notar en las piernas y todo costara un poco más que antes.

Me quedan dieciséis semanas aquí. De las cuales una la voy a pasar en España, y dos son de vacaciones porque me dejan en el abandono irlandés. Dieciséis - trece- semanas no son nada. Absolutamente nada. Pero hoy me he despertado viéndolo todo un poco cuesta arriba, porque echo mucho de menos mi casa, mi ciudad, mis padres, mi hermana, mis amigas, mis primos, mis calles, mis bares, mis tardes al sol en el parque, levantarme los domingos con el olor a churros, ver programas con mi madre mientras contestamos a gritos, ver la champions con mi padre y los clásicos con mis amigas, las fiestas en mi campo que duran doce horas o las borracheras esos martes que ibas a tomarte solo una. No sé. Echo de menos mi vida de antes pero queriendo vivirla tal y como soy ahora. Estoy empezando a impacientarme por cómo va a ser ahora todo allí, cuando yo soy alguien relativamente distinto. Y quiero que se pasen los días. Necesito que se pasen los días.

Sé que me va a dar mucha pena irme, dejar a la familia, a mis chicas de aquí que se han convertido en grandes amigas, dejar esta casa, el coche, el pueblo, el baloncesto, los bares a los que vamos siempre y los planes de ruta los fines de semana. Sé que voy a llorar la última noche que cene aquí y los niños vengan a darme las buenas noches sabiendo que al día siguiente cuando se despierten ya no estaré aquí. Ni el siguiente, ni nunca más. Sé que lo voy a pasar mal cuando lo tenga todo en las maletas y mire a mi alrededor y las paredes estén vacías, y sepa que este cuarto será para otra persona en una semana.

Me va a costar trabajo irme del sitio que me lo ha dado todo. Que me ha hecho tan feliz y me ha llenado tanto como persona. Pero creo que, igual que cuando he decidido alargar mi estancia he sentido que debía por no sentir que había acabado mi etapa, ahora siento que esto se está acabando. Que esta 'parte' de mi vida, este capítulo, está llegando al final y que ya estoy ansiosa por saber cómo va a acabar.

Me apetece mucho volver a casa. Pero no os creáis que voy a pasarme penando el tiempo que me queda. Al final se pasará, en un abrir y cerrar de ojos, y estaré de vuelta. Y mientras tanto voy a ser feliz aquí, porque creo que sinceramente se lo debo a todo lo que me rodea por haberme cuidado así de bien.





En dieciséis semanas voy a volver a casa.
Y esta vez creo que por una larga temporada.





Besos.

martes, 11 de marzo de 2014

Marzo

(11.3.14)

lunes, 10 de marzo de 2014

Día cero.

Hola,

Hoy una de las cosas más preciosas de mi vida cumple siete años.

Hoy ha hecho sol y me he pasado una hora paseando en silencio mientras me calentaba las mejillas.

Hoy he sido muy feliz.





Y mañana....más.



Besos.

lunes, 3 de marzo de 2014

Tres del tres

Hola,

Hoy es día tres. Muchos de los ojos que me leen saber qué pasa con el día 3/3, así que no sería lógico pasarlo por alto en el blog. Tampoco para mis propios ojos, la verdad. Hoy hace exactamente un año desde que me descongelé. Un año desde que llegó el final del invierno. Desde que el hielo de mi pecho desapareció. Hoy, hace un año, entendí muchas cosas que no sabía hasta el momento y abrí las puertas a un millón de cosas nuevas que irían llegando sin pedirlas.

A día de hoy puedo decir que peleé hasta quedarme sin fuerzas. Y que gané. Gané porque hoy, un año después y a pesar de todo, de las despedidas, y de las cosas que no han podido ser, estoy tan llena de amor, de felicidad y de paz, que para mí ha merecido la pena cada uno de los momentos menos buenos - que no malos -.

El tres de marzo del año pasado cambió mi vida en muchos sentidos. Pero lo más importante de aquel día es que me convirtió en alguien mejor. Me hizo más valiente porque me hizo ver que desde aquel momento, siempre tendría miedo.

Y el hielo no ha vuelto. De hecho está más lejos de volver que nunca.
Me he convertido en un verano en la nieve.



Besos.

sábado, 1 de marzo de 2014

El verano

Hola

El verano siempre ha sido de mis épocas favoritas del año. Y no precisamente porque adore el calor. Me gusta el verano porque me gusta la luz. Me gustan los días eternos, y las cervezas a las nueve de la noche llevando gafas de sol en cualquier terraza. Me gusta tumbarme al sol a las cinco de la tarde en silencio y flotar por la piscina con la mente en blanco. El olor del asfalto caliente, y de la hierba mojada cuando riegan en mi casa cuando atardece. Me gusta el cielo azul de día, y la lluvia de estrellas de agosto. La sensación al meterme en el agua helada cuando fuera estamos a cuarenta grados a la sombra. La coca-cola con una rodaja de limón. El olor de la crema de nivea. El corte de la camiseta cuando crees que ya no pega el sol en la playa a las siete de la tarde. Me gusta quitarme la arena seca que se queda pegada a mi piel al salir del mar. El sabor de la sal en mis labios y el color de mi piel tras unos días de sol. Me gusta el frío de las seis de la mañana volviendo a casa de cualquier parte, dormir con poca ropa y meterme en la ducha antes de despertarme. El sonido de la nada por las mañanas al madrugar. Las tapas a medio día, las siestas de por la tarde y las fiestas en tirantes.

Me gusta el verano.
Y el que viene, más.





Besos.

sábado, 22 de febrero de 2014

Sin sutilezas

Hola,

Hoy no es domingo. No. Hoy no vengo a llorar, ni a hablar de lo triste que es el desamor, ni a ahogarme en un mar de lágrimas. No. Hoy no. Hoy vengo a decir que estoy muy cabreada y por muchos motivos. Estoy cabreada porque de buena soy gilipollas. Estoy cabreada porque me siento mal por cosas de las que no soy culpable. Estoy cabreada porque hay pequeños detalles fruto de la casualidad que no me merezco. Estoy cabreada porque siempre tengo que ir con una sonrisa a todas partes y si no es que la mala soy yo. Estoy cabreada porque estoy dominada por las hormonas. Estoy cabreada porque no paro de comer chocolate y mierdas variadas y así no hay manera de perder kilos por mucho gimnasio al que vayas. Pero lo más importante y a tener en cuenta es que estoy cabreada porque necesito que alguien me eche un polvo. 


Y ya está. No hay más. 



Mordiscos. 

domingo, 16 de febrero de 2014

El día que me encuentres

Hola,


El día que me encuentres sonríeme; no digas nada. No necesito un 'hola, qué tal estás'. No quiero formalidades ni frases prefabricadas. El día que me encuentres solo sonríe. Acércate sin apresurar tus pasos. Tampoco hace falta que saques las manos de los bolsillos ni que me sostengas la mirada. Puedes alternarla entre mis ojos y el suelo porque te de vergüenza quedarte clavada en los míos. El día que me encuentres no te gires. No dudes. No vaciles. Encuéntrate conmigo en mitad de una calle y no midas la distancia. Pero no digas nada. No muevas los labios si no es para besarme. O morderme. El día que me encuentres ojalá que llueva. Que diluvie. Que se acabe el mundo y seas tú quien llegue para salvarme. Encuéntrame en mitad de la nada. Mojada. Sin intención de despegar mis pies del suelo si no es porque tus manos se cuelen por mi espalda. El día que me encuentres no lleves abrigo. No quiero perder tiempo quitándote ropa de más. Encuéntrame desabrochándome el pantalón al verte venir. Sin hablar. Sin decir tan si quiera 'hola, qué tal estás'. No quiero formalidades ni frases prefabricadas. El día que me encuentres sólo sonríe. Que yo estaré sonriendo al final de la calle.

Esperándote.





Besos.

sábado, 15 de febrero de 2014

De cómo uno de los amores de vida salió del armario.

Hola,

Hoy no vengo a hablar de mí. Ni vengo a contar dramas, ni vengo a llorar, ni vengo a hablar de amor. Bueno, tal vez de amor sí que hable. Pero no del mío, eso por seguro. Hoy vengo a hablar de la noticia que ha revolucionado el mundo LGTB. Un secreto a voces, pero un secreto al fin y al cabo: Ellen Page es lesbiana.

A ver, seamos sinceros. Lo de Ellen estaba claro para muchas de las entendidas desde hace muchos años. Me preguntan por ahí ¿era por la ropa? ¿por la forma de andar? pues a ver señoras no sé. Yo sólo sé que nunca hubo una sombra de duda en mi pensamiento sobre la orientación sexual de Ellen. Sin dármelas yo de radar infalible ni nada de eso - que mi radar también falla -

Yo personalmente me he alegrado muchísimo por la noticia. Y no porque me haya sorprendido, ni porque ahora me guste más, ni porque ahora piense que tengo posibilidades de conquistarla, casarme con ella y tener una casa en LA con un labrador, no. Me he alegrado porque lo ha hecho por los motivos exactos por los que yo creo que una figura pública como ella 'debe' salir del armario.

No es un tema que no haya tocado nunca en el blog. De hecho, lo he comentado varias veces, y siempre he obtenido respuestas de diversa índole. Así como cuando he tratado este tema en persona con mis amigos.

Yo creo firmemente en la importancia de que personajes públicos tan influyentes en la vida de tanta gente, y que son capaces de llegar a tantos en tan poco, normalicen su situación y sirvan de modelo para todos esos adolescentes - como bien dice Ellen - que cada día tienen que ir al instituto y enfrentarse a toda la mierda jamás conocida, y que cuando piensan en su futuro sólo pueden imaginar que van a pasarlo mal en la universidad, en el trabajo, y en todo lo que venga después. Esos niños, y esos adolescentes que no tienen esperanza, ni nada a lo que agarrarse, y luego no pueden llegar a casa y contárselo a sus padres.

Realmente me ha emocionado su discurso, porque ha expresado exactamente lo que yo he tratado de explicarle un millón de veces a esas personas que siempre me han contestado que la vida privada de las personas es la vida privada de las personas, y que por ser famosas no están en una obligación moral y social de salir del armario. Y eso es lo contrario a lo que dice Ellen, y no puedo estar más de acuerdo.

En una ocasión me dijeron que no era responsabilidad de los 'famosos' el normalizar la situación de la comunidad LGTB, que era responsabilidad de la gente de la calle que sigue escondiéndose. Y no sé, tal vez la comparación sea absurda, pero, ¿cuántos niños querrían ser futbolistas profesionales si no existiera la televisión? ¿o si no pudiera entrarse a los estadios? ¿cuántos niños querrían ser cantantes si no existieran medios audiviosuales para compartir la música? Es así. Aceptamos e integramos lo que podemos ver, lo que podemos tocar, lo que podemos sentir. No podemos pretender que la sociedad asuma algo que 'no existe'. Y sí, esto no es total responsabilidad de los famosos, lo sé. Pero a mi parecer es necesario que existan esos modelos. Y para mí Ellen Page hoy ha dado un paso de gigante, para la sociedad y para ella misma. Me ha hecho llorar, y me han dado ganas de levantarme, aplaudirle, y subir al escenario a darle un abrazo. Por ser más valiente que muchas que siguen calladas, por asumir su responsabilidad sobre su vida y sobre el efecto positivo que puede causar en la sociedad, y por admitir que se ha visto superada por la presión.

Porque una vez más repito que no es malo tener miedo. Que lo malo es no hace nada al respecto. Y hoy Ellen nos ha dado a todos una lección de valor, de entereza y de calidad moral que ya me gustaría ver en muchos políticos que creen que van a salvar el mundo. Porque hoy ella lo ha salvado un poco para mucha gente. Así que, aunque no vayas a leerlo nunca, gracias Ellen. Te deseo lo mejor de lo mejor en la vida, porque te lo mereces.



Un beso.



jueves, 23 de enero de 2014

Distancia de seguridad

Hola,


Dije que no iba a hacer un drama de todo esto. Dije que no quería extenderme, que no quería volver a vomitar todo lo que siento. Dije que esta vez no. Que esta vez pasaría la página en la que estábamos escribiendo todos nuestros planes y que no miraría atrás para poder mirar hacia delante.
Pero hoy es diferente. Hoy me apetece contarte algunas cosas. Esas que ya no te voy a poder contar cuando estemos en la cama sin hacer nada, o desayunando, o buscando cualquier rincón para besarnos en la calle.

Me apetece contarte que ya no te quiero. Sería más correcto decir que ya no quiero quererte, pero es que en realidad no te quiero. No se puede querer a alguien que no lucha por ti, que no se enfrenta a sus miedos, y que ni siquiera sufre al plantearse la posibilidad de perderme. No quiero querer a alguien así, y no lo voy a hacer; no lo hago. Vengo a contarte que ya no quiero enseñarte Irlanda, ni que duermas en mi cama, ni que me veas conducir por el otro lado. Que no quiero pasar el verano contigo, ni ir a la playa, ni bebernos esas cervezas a las nueve de la noche en cualquier terraza al sol. Que no quiero ver llegar el invierno contigo, ni que nos vayamos a Londres. No quiero pasar las navidades como habíamos hablado, ni sumar meses, ni hacer planes. No quiero que vuelvas a dormirte en mi cuello, ni quiero volver a hacer que te tiemblen las piernas; ni que lo hagas tú.

Esto se acaba aquí. Sin haber empezado. Por no haber tenido el valor suficiente de enfrentarte a ti para ganarme a mí - pero qué idiota soy; si ya me tenías ganada -. No me merezco no ser una prioridad, y no me siento una prioridad para ti. Tal vez un día te des cuenta de que todo esto que ya no quiero contigo era lo mejor que nos podría haber pasado a las dos. Que cuando te veas perdida y sola recuerdes que yo pude ser tu sitio en el que quedarte a vivir una temporada -o toda la vida-

Es una pena. Te podías haber llevado lo mejor de mí y has decidido no hacerlo. Supongo que lo guardaré en una caja esperando a que alguien vuelva a abrirla, y yo me deje convencer.

Aún así, ha sido bonito.

Supongo.

Sí.






Hoy no hay besos.

jueves, 16 de enero de 2014

Las cosas que.

Hola,

No quiero extenderme demasiado. No creo que merezca la pena exponer todo el drama, la pena, o el fin. No sé. Puede que las cosas de verdad tengan un principio y un final. Puede que la vida sea eso; episodios fugaces. Como las estrellas.




Besos.

sábado, 11 de enero de 2014

De miedos y otras cosas

Hola,


La navidad se ha acabado. Eso es un hecho. He vuelto a Irlanda y ya no hay adornos navideños, ya no se respira navidad en las calles. Es raro. Es medio triste. Al menos el sol se ha apiadado de mí y me ha recibido con los brazos abiertos. Como si supiera que necesito un abrazo urgente.

He pasado dieciséis días en España. Dieciséis, y si echo la vista atrás parece que han sido dos meses. Y ahora he vuelto y todo sigue igual. Es como si no me hubiera ido pero aún mejor. He vuelto con más confianza, con más tranquilidad, con las pilas cargadas de paciencia y con el corazón tan lleno, que dudé que me dejaran subirlo al avión. Pero también me he traído algo de España que no esperaba que se fuera a colar en mi maleta: el miedo.

Hace un tiempo que escribí que ya no tenía miedo -y hasta lo canté-. Que esa época de mi vida en la que lo tenía se había acabado, y que ahora me veía capaz de afrontarlo todo, de arriesgarme por todo, de asumir todas las consecuencias posibles. Y era totalmente cierto. Durante X tiempo no tuve miedo; era yo contra el mundo y me sentía totalmente capaz de ganar todas las guerras. Y fui extrañamente feliz en esa situación.

Ahora entiendo que si no tenía miedo era porque no tenía nada que perder. Y ahora...ahora es diferente.

Ahora siento cómo esa etapa se está cerrando despacio, como se cierran las heridas profundas. Siento como si lo cíclico de las cosas me estuviera devolviendo al punto de partida, preparándome para lo inminente, advirtiéndome con carteles luminosos sobre el peligro que corro. Y ahora, por primera vez en un año, tengo pánico absoluto ante la posibilidad de perder(nos).

Es curioso, porque nunca había tenido este miedo antes. Supongo que jamás fui tan vulnerable. Jamás me dejé llevar de esta manera. Supongo que es a lo que te arriesgas cuando sueltas las riendas; a que alguien tome el control y tenga la capacidad de destruirte.

Y joder, volvería a hacerlo mil veces.


Volvería a soltar las riendas para poner mis manos alrededor de su cintura.






Besos.







jueves, 2 de enero de 2014

2013+1

Hola,

Son muchas las peticiones que me han llegado para que haga mi resumen del 2013. Copón. Ahora me siento presionada. Pero bueno, lo iba a a hacer de todas formas, porque si algo ha sido el 2013, es un año para rememorar una y otra vez.

Podría decir que 2013 ha sido el mejor año de mi vida. Hasta la fecha al menos. Creo sinceramente que este año ha sido a la vez meta y punto de partida. Meta por haber cumplido un millón de propósitos y punto de partida porque he abierto un millón de frentes a cada cual mejor y más interesante.  De hecho, todo empezó a ir mejor a finales de 2012, pero no así. No como el 2013. Supongo que es verdad eso de que después de una racha muy mala viene una racha buena, o que cuando se cierra una puerta se abre una ventana. Y a mí me ha pasado.

Para mí todo empezó a cambiar cuando empecé a sonreír más y a pensar menos. A besar más y a preguntar menos, y a beber más y a arrepentirme menos. Y creo ahora soy una persona diferente. Ni mejor ni peor, porque sinceramente, he tomado decisiones buenas y otras menos buenas. Simplemente diferente.

Tengo un problema para redactar el 2013, de verdad. ¿Cómo hacer un resumen de dos vidas paralelas? supongo que podría hablar primero de mi vida a un lado del universo, y después de mi vida al otro lado.

Así que voy a empezar con mi vida a este lado del universo.

El año empezó todo lo bien que se puede empezar; yo, con mis planes habituales de fin de año: ninguno. Hace muchos años que no salgo en nochevieja. ¿Por qué? pues porque no tenía ningún plan que me llamara la atención, ni gente que me llamara la atención. Pero no os confundáis. De hecho a mí me gustaba eso de terminar la noche y meterme en la cama, y no tener resaca el día 1, y no pasar frío, y no dejarme 50€ de forma absurda.

Podría ponerme a concretar, porque acordarme me acuerdo de todo. Calendario me llaman. Acordándome de las fechas como si fuera una agenda andante. Pero no creo que nadie terminara de leer el tochazo, así que venga, va. Empiezo.

2013 me ha cambiado a todos los niveles. Ha sido EL año. Ha sido el año en el que he sido más valiente y el año en el que he sido más feliz. Porque sí, he sido tan feliz este año que no podría explicarlo con palabras. Puede que académica o laboralmente no haya sido un año brillante, pero eh, que me he sacado el First y llevo seis meses trabajando de Au Pair - que aunque no os lo creáis, es un trabajo -

Enero fue el preludio de lo que me esperaba, y febrero el pistoletazo de salida. Las mejores fiestas, el reencontrarme con gente que había estado antes en mi vida pero con la que no había tenido relación, los viajes, los planes inesperados, y el riesgo. 'Yo mataré monstruos por ti' en marzo; marzo, que fue la lluvia, el deshielo, la emoción debajo del ombligo, las borracheras, las despedidas de madrugada y las risas en las esquinas. Abril y sus planes de locura, gritar canciones de Love of lesbian, acabar en ciudades desconocidas, abrazar, reír y echar de menos. Mayo con sus reencuentros, su luz de primavera, sus cañas en los bares, sus momentos en la FNAC de Sevilla y sus planes descabellados. Junio, el mes de las decisiones, de la borrachera épica, de las despedidas temporales y de las despedidas definitivas. De los vacíos, de los llenos, de los cambios. Julio amaneció en otro país, el sol del Irlanda, lo verde, lo extraño, lo nuevo. ¿Difícil? mucho. Pero ya sabéis lo que dicen; si no cuesta trabajo, no merece la pena. Agosto echando de menos, con la lluvia, y Como nunca nadie. Septiembre y sus decisiones trascendentales. Octubre, volver a casa. Volver a mí. Volver a ti. Noviembre y sus planes; noviembre fue Amor. Y Diciembre; diciembre con su frío, sus luces, su olor a navidad. Diciembre con mis ganas de volver y tus ganas de encontrarme. Diciembre como broche de oro.

¿Sabéis qué pasa? que 2013 tiene dos problemas. El primero, que me han pasado tantísimas cosas que es imposible resumirlo sin extenderme hasta límites insospechados. Y el segundo, es que tengo la imperiosa necesidad de hablar de ella. Y no voy a detallar fechas, ni momentos, ni planes. No voy a contar con pelos y señales alguno de nuestros encuentros. Ni tampoco voy a describir cautelosamente cada segundo que he pasado con ella. De ella voy a decir que me encontró cuando mi sonrisa era más grande, mi corazón estaba más abierto, y mi cabeza estaba más amueblada. Voy a decir que desde que coincidimos por primera vez diciendo lo mismo al mismo tiempo supe que estaría loca por ella. Que jamás he sido tan valiente y tan imprudente a la vez, y que no me arrepiento de todas las veces que me he chocado contra un muro; porque ella siempre ha vuelto a rescatarme. De ella diré que me abraza y se me olvidan los pocos motivos por lo que debería alejarme, que me besa y ya no sé dónde estoy - y os juro que yo creía que eso era metafórico - y que cuando mete sus manos por debajo de mi camiseta me estalla el pecho entre sus dedos. Voy a decir que me descongeló cuando yo empezaba a pensar que dentro de mí solo había vacío y frío. Que me obligó a bailar en mitad de un semáforo en rojo y me besó en la calle, y que consiguió que me temblaran las piernas sin quitarme ni una sola prenda de ropa.  De ella tengo que decir que nunca se va. Que lo intenta, pero que nunca lo consigue. Que nos une ese hilo rojo invisible. Que tenemos ese lado del universo solo nuestro, al que cruzamos para volver a besarnos como si no lo hubiéramos hecho nunca y a la vez llevásemos haciéndolo toda la vida. Porque ella huele a casa, y cuando la abrazo y pongo mi nariz en su cuello, siento que es 'ahí' a donde pertenezco. Que ese sitio donde quiero a quedarme a vivir lleva su nombre y el mío escrito en dos latas de coca-cola y tiene las paredes blancas para pintar puertas que nos lleven al otro lado. Os voy a decir que ella me desordena y me convierte en caos y a la vez consigue que mis emociones sean tan fuertes como el tronco de un árbol. Que me incita a hacer locuras, a perder los miedos, a querer más y más, y no parar de querer. Que con ella nunca es suficiente y a la vez no se me ocurre qué más pedir, porque verla dormir es como poder respirar la suerte,  y que hacerla temblar es como tocar las nubes con los dedos. Porque ella ha conseguido que el verbo 'follar' me emocione, y que un 'te quiero' me encienda. Voy a decir que leerle en voz alta, y recitarle poemas de memoria mirándola a los ojos ha hecho que me explote el corazón, y que ha conseguido que no le tenga miedo a muchas cosas y que otras empiecen a asustarme. Porque ella ha unido las constelaciones de mi espalda después de besarme todas las estrellas, y me muero porque lo haga cada día antes de dormir.

De hecho, ella me ha dicho que en esta entrada debería hablar de las cosas que me han pasado este año. Y de hecho lleva razón. Pero joder, ¿cómo no voy a hablar de ella?


Así que hoy, este es mi resumen del 2013. Y qué queréis que os diga, a mí me parece que no ha quedado del todo mal.



Besos